miércoles, 19 de agosto de 2015

El sacerdocio (por Watchman Nee)

EL SACERDOCIO


La Biblia habla del sacerdocio. Este ministerio está constituido por un grupo de personas que se separan totalmente del mundo para servir a Dios y no tienen otra ocupación o deber. En la Biblia a estas personas se les llama sacerdotes.


I. LA HISTORIA DEL SACERDOCIO EN LA BIBLIA

Comenzando con el libro de Génesis, encontramos que Dios llama a algunos hombres para que sean sacerdotes. Melquisedec fue el primer sacerdote de Dios. En los días de Abraham, Melquisedec se apartó y se dedicó exclusivamente a servir a Dios.


A. Desde Génesis hasta
después de la ascensión del Señor

El sacerdocio estuvo presente desde Génesis hasta después de la formación de Israel como nación. Ha perdurado en la tierra mucho tiempo, pues ni siquiera cesó cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, ni tampoco después de Su partida. La Biblia nos muestra que después de que el Señor Jesús ascendió a los cielos llegó a ser sacerdote ante Dios. El está allí ahora totalmente consagrado al servicio de Dios.


B. En la dispensación de la iglesia

El sacerdocio continúa a lo largo de la dispensación de la iglesia; no ha habido ninguna interrupción.


C. En el reino milenario

En el reino milenario, aquellos que participen de la primera resurrección serán sacerdotes de Dios y Cristo y reinarán con El mil años (Ap. 20:6). O sea que los hijos de Dios seguirán siendo los sacerdotes de Dios y de Cristo por mil años. Serán reyes para el mundo y sacerdotes para Dios. Este sacerdocio permanecerá inalterable, y por ende, ellos seguirán sirviendo a Dios.


D. En el cielo nuevo y la tierra nueva

En el cielo nuevo y la tierra nueva no se menciona la expresión sacerdote. En ese tiempo, todos los hijos de Dios, Sus siervos, no harán otra cosa que servirle. En la Nueva Jerusalén “Sus esclavos le servirán” (22:3). En otras palabras, los hijos de Dios seguirán sirviéndole a El.
Debemos hacer notar aquí algo maravilloso. El sacerdocio comenzó con Melquisedec; el cual no tenía padre, ni madre, ni genealogía; sin principio de días, ni fin de vida (He. 7:3), y se extiende hasta el final del milenio, lo cual significa que perdura por la eternidad.


II. EL REINO DE SACERDOTES
VIENE A SER CASA SACERDOTAL

Según lo revelan las Escrituras, el propósito de Dios no es solamente tener una o dos personas como sacerdotes. Su propósito es que todos los miembros de Su pueblo sean sacerdotes.


A. Dios escoge a los israelitas
para que sean un reino de sacerdotes

Después que los israelitas salieron de Egipto, llegaron al monte Sinaí, y Dios ordenó a Moisés que les hablara, diciendo: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa” (Ex. 19:6). Dios dijo a los israelitas que ellos serían un reino de sacerdotes. Esta expresión es hasta cierto punto difícil de entender. ¿Por qué dijo Dios que ellos serían un reino de sacerdotes? Esto muestra Su deseo de que toda la nación fuera un sacerdocio. Nadie en la nación de Israel sería una persona ordinaria; todo el pueblo sería un reino de sacerdotes. Este era el propósito de Dios.
Cuando Dios escogió a Israel para que fuera Su pueblo, El les fijó metas; tenían que ser diferentes a todas las demás naciones de la tierra. 
Eran un reino de sacerdotes. Todos los ciudadanos de esta nación serían sacerdotes. 
Esto significa que cada individuo en esta nación tendría una ocupación única: servir a Dios. Dios se deleita en separar a los hombres para Su servicio, y en ver que los hombres vivan dedicados por completo a los asuntos de El. 
Dios desea que todos Sus hijos sean sacerdotes y le sirvan.
Dios les dijo a los israelitas, cuando llegaron al monte Sinaí, que El haría de ellos un reino de sacerdotes. Este es un llamado maravilloso. Llamamos a Inglaterra “el reino de la naval”, a los Estados Unidos “el reino del oro”, a la China, “el reino de los buenos modales y las virtudes”, y a la India “el reino de filósofos”. Pero estamos hablando de un “reino de sacerdotes”. 
Esta es una cosa maravillosa. Todos los ciudadanos de esta nación, hombres, mujeres, adultos y niños, son sacerdotes y sirven solamente a Dios. 
Tanto los adultos como los niños están ocupados en ofrecer sacrificios y servir a Dios. Este es un cuadro maravilloso.
Después de que Dios prometió establecer a Israel como un reino de sacerdotes, le dijo a Moisés que subiera al monte, donde le daría los diez mandamientos. 
Estos fueron escritos por Dios en dos tablas de piedra cuando Moisés estuvo en el monte por cuarenta días. 
El primer mandamiento es: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. El segundo dice: “No te harás imagen” (20:3-4). Era como si Dios hubiese dictado aquellos mandamientos uno por uno.


B. Los israelitas sirven a los ídolos

Mientras Moisés estaba en el monte, el pueblo, que acampaba al pie del monte, se extrañaba por su tardanza. Así que ellos dijeron a Aarón: “Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros” (32:1). Aarón consintió a esto, recogió oro e hizo con él un becerro. El pueblo entonces adoró el becerro de oro y dijo: “Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (32:4).


Ellos empezaron a adorar el ídolo. Se sentaron a comer y a beber y se levantaron a divertirse. Se entregaron a una gran celebración. Por fin habían encontrado un dios que podían ver. El Dios del que Moisés hablaba era misterioso; no se podía determinar donde moraba, o dónde podía ser hallado. Aun Moisés, quien adoraba a este Dios, había desaparecido. Ahora tenían un becerro de oro que era visible y al que podían adorar. Dios los había constituido sacerdotes, pero antes de ejercer dicho sacerdocio, se hicieron sacerdotes del becerro de oro. Dios deseaba que ellos fueran un reino de sacerdotes. Pero antes de llegar a esto, se entregaron a la adoración de un ídolo y le servían. Establecieron otros dioses y otras formas de adoración aparte de Jehová, el Dios de ellos.
Este es el concepto que el hombre tiene acerca de Dios. El hombre trata de crear su propio dios y adorarlo según le parece. Al hombre le gusta adorar a un dios creado por sus propias manos. No acepta la soberanía de Dios en Su creación. No está dispuesto a reconocer a Dios como el Creador.


C. Dios asigna el sacerdocio a la tribu de Leví

En el monte, Dios le dijo a Moisés que descendiera, y éste bajó trayendo consigo las dos tablas del testimonio, los diez mandamientos. Cuando se hubo acercado al campamento y vio la condición del pueblo, su ira se encendió y arrojó las dos tablas. Se puso a la puerta del campamento, y dijo: “¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo” (32:26). Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y les dijo: “Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente” (v. 27). Ellos tenían que matar a quien vieran. Debido a que el pueblo había adorado al ídolo, el becerro de oro, los fieles tenían que sacar sus espadas y matar a todos los idólatras, sin importar la relación que tuvieran con ellos.
Mucha gente piensa que esta orden fue demasiado cruel. ¿Quién puede matar a su propio hermano? ¿Quién se atrevería a matar a sus amigos? Once de las doce tribus permanecieron impávidas, pues consideraron el costo demasiado elevado. Solamente los de la tribu de Leví sacaron sus espadas, salieron y, entrando de puerta en puerta por todo el campamento, mataron en aquel día como tres mil hombres, que eran hermanos, amigos y parientes de los levitas.
Detengámonos aquí un momento. Después del incidente del becerro de oro, Dios inmediatamente le dijo a Moisés que desde ese momento la nación de Israel no podía ser un reino de sacerdotes. Aunque nada se dijo explícitamente al respecto, Dios había asignado el sacerdocio ahora solamente a la tribu de Leví. Originalmente el sacerdocio era para toda la nación de Israel; ahora estaba limitado a la casa de Aarón, de la tribu de Leví.


D. El pueblo de Dios y los sacerdotes de Dios
llegan a ser dos grupos distintos

Desde entonces, siempre ha habido dos clases de personas en la nación de Israel: el pueblo de Dios en general y los sacerdotes de Dios. La intención original de Dios era que todos los que constituían Su pueblo fueran sus sacerdotes. El pueblo de Dios y los sacerdotes de Dios debían ser uno. Todos los miembros del pueblo de Dios debieron haber sido sacerdotes. Todo aquel que pertenecía al pueblo de Dios, debía ser sacerdote de Dios. Ser parte del pueblo de Dios equivalía a ser Sus sacerdotes. Sin embargo, muchos amaron el mundo y sucumbieron ante los afectos humanos, y se entregaron a la adoración del ídolo. Como resultado, surgió la diferencia entre el pueblo de Dios y Sus sacerdotes. Por tanto, si un hombre no ama al Señor más que a su padre, madre, esposa, hijos, hermano, hermana y más que todo lo que tiene, no es apto para ser discípulo del Señor. Muchos no reúnen los requisitos, o no pueden pagar este precio. Desde ese día, la nación de Israel se dividió en dos grupos: el pueblo y los sacerdotes.

E. El sacerdocio se convirtió
en el privilegio de una sola familia

Desde ese día, el reino de sacerdotes vino a ser la tribu de sacerdotes. La extensión del sacerdocio se redujo, de un reino de sacerdotes a una casa de sacerdotes. El sacerdocio se limitó a una familia en lugar de una nación. El pueblo de Dios y los sacerdotes de Dios eran una sola cosa en la tribu de Leví; es decir, Su pueblo era Su sacerdocio. Las otras once tribus eran solamente el pueblo de Dios; ya no eran los sacerdotes de Dios. Esto fue un problema muy serio. Es un asunto delicado que una persona sea creyente, parte del pueblo de Dios, sin ser sacerdote.


III. EL SACERDOCIO SE CARACTERIZA
POR SER UNA CLASE MEDIADORA

Desde Exodo hasta los días del Señor Jesús, ninguna tribu pudo ejercer el oficio de sacerdote salvo la tribu de Leví. 
Ningún miembro del pueblo podía ofrecer sacrificios a Dios. Los sacrificios tuvieron que ser hechos por medio de los sacerdotes. 
Ni siquiera podían acercarse a Dios para confesar sus pecados; los tenían que confesar por medio de los sacerdotes. No se podían separar del mundo solos, pues no tenían la autoridad de tocar el aceite de la unción. Solamente los sacerdotes podían ungir y santificar a una persona. Los sacerdotes ejercían todos los servicios espirituales por ellos.
Para los israelitas en el Antiguo Testamento, Dios estaba muy lejos de ellos. 
Nadie podía tener contacto con El. En el Antiguo Testamento vemos el desarrollo del sacerdocio, o la formación de una clase mediadora. El hombre no podía acudir a Dios directamente. El pueblo de Dios tenía que valerse de los sacerdotes para acercarse a Dios y para tener comunión con El. Dios se acercaba al hombre mediante los sacerdotes, y el hombre, a su vez, sólo acudía a Dios por mediación de ellos. Entre Dios y el hombre había una clase mediadora. El hombre no podía ir directamente a Dios, y Dios tampoco podía venir directamente al hombre.
Esta clase no se hallaba en el plan original de Dios. La intención inicial de Dios era acercarse a Su pueblo directamente, y que Su pueblo también acudiera a El directamente. Pero ahora había tres partidos. El pueblo tenía que acudir a Dios por intermedio de los sacerdotes, y Dios tenía que acercarse a Su pueblo por el mismo medio. Dios y el hombre ya no podían tener comunión directamente; todo era indirecto.


IV. EL CAMBIO EN EL SACERDOCIO

Por unos mil quinientos años, desde Moisés hasta Cristo, el pueblo de Dios no pudo acercarse a Dios directamente. Sólo una familia había sido escogida para que ejerciera el sacerdocio. El individuo tenía que pertenecer a esta casta para acudir a Dios; si se acercaba a Dios directamente, podía morir. Durante ese período, el ministerio de los sacerdotes se convirtió en un oficio poderoso. El hombre no podía ir a Dios directamente, pues necesitaba la intercesión de los sacerdotes. ¡Qué noble era el ministerio sacerdotal! No era posible que el hombre se acercara a Dios sin los sacerdotes. Pero cuando se inició la era del Nuevo Testamento, descubrimos que la salvación y la redención se extienden a todos los hombres. Ahora oímos: “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 P. 2:5).


A. Todo hombre redimido es un sacerdote
en la era del Nuevo Testamento

En 1 Pedro 2:4-7 Pedro nos dice que Cristo es el fundamento de la iglesia. El fue la piedra que los edificadores desecharon y que llegó a ser la piedra angular. Nosotros somos ahora piedras vivas y estamos unidos y edificados para conformar una casa espiritual. También somos un sacerdocio santo para Dios. Es como si una voz desde el cielo anunciase: “¡Todos los salvos son ahora sacerdotes de Dios! ¡Todas las piedras vivas, aquellos que son parte de la casa espiritual, ahora son sacerdotes de Dios!”


B. La iglesia recupera el sacerdocio universal

En ese entonces Dios restauró una promesa que había sido puesta a un lado durante mil quinientos años. Lo que los israelitas perdieron, lo recuperó la iglesia. Israel había perdido el sacerdocio universal. Pero en la era del Nuevo Testamento, es como si estallaran voces desde el cielo con la promesa de que el sacerdocio universal está de nuevo entre los hombres. Todos los salvos son llamados a ser sacerdotes.

C. La iglesia es un reino de sacerdotes

Hallamos esta misma idea en Apocalipsis 1:6, donde leemos: “E hizo un reino, sacerdotes para Su Dios y Padre”. Originalmente toda la nación de Israel era un grupo de sacerdotes, pero esto cambió. ¿Qué diremos de la situación actual? Hoy la iglesia es un reino de sacerdotes. Lo que los israelitas perdieron ante el becerro de oro, la iglesia lo recibió mediante el Señor Jesús. Ahora la iglesia en su totalidad es un cuerpo de sacerdotes. El reino de sacerdotes que Dios había planeado fue restaurado totalmente.


D. El único oficio del cristiano es servir a Dios

Lo que Dios no obtuvo entre los israelitas, ahora lo puede obtener por medio de la iglesia. La iglesia hoy es el reino de sacerdotes; es un sacerdocio, lo cual significa que todo aquel que ha gustado la gracia de Dios, tiene una sola ocupación: servir a Dios. Les dije a los jóvenes: “La ocupación de un doctor antes de creer en el Señor es la medicina, la de una enfermera es la enfermería, la de un maestro es la enseñanza, la de un agricultor es la agricultura, la de un comerciante es su negocio. Pero tan pronto una persona es salva, su ocupación cambia. Todos los cristianos tienen como única ocupación servir a Dios. Desde el momento que somos salvos, nos convertimos en sacerdotes para Dios. Por tanto, tenemos que servir en la presencia de Dios. Esta es nuestra meta espiritual para el resto de nuestra vida.
El cristiano solamente tiene un solo oficio: servir a Dios. Un doctor cristiano ya no espera hacerse famoso; su trabajo como doctor es solamente útil para ganarse el sustento. Su verdadera ocupación es ser un sacerdote de Dios. Un profesor o maestro ya no puede esforzarse por ser un destacado académico, sino que debe esforzarse por ejercer bien su sacerdocio delante de Dios. Su enseñanza no pasa de ser su oficio; su verdadera ocupación es servir a Dios. Los artesanos, los comerciantes, los agricultores y los demás profesionales, ya no viven centrados en sus propias profesiones. Todos ellos tienen una sola profesión, la de servir a Dios.


E. La única ambición es complacer al Señor

Todos los hermanos y las hermanas deben hacer a un lado su antigua ocupación cuando son salvos. Espero que abandonemos toda ambición al principio de la vida cristiana. No debemos anhelar ser alguien. No debemos esforzarnos por sobresalir ni distinguirnos en nuestro oficio o profesión. Uno debe aprender de Pablo, cuya única ambición era agradar al Señor. No debemos tener otro anhelo. Todas las ocupaciones del mundo se deben hacer a un lado. Solamente debemos aspirar a servir al Señor en Su presencia.


V. LA GLORIA DEL SACERDOCIO

Durante los primeros años de mi vida cristiana siempre me parecía una difícil tarea exhortar a los creyentes nuevos a servir a Dios. Pensaba que tenía que esforzarme para convencerlos, rogarles y suplicarles que sirvieran a Dios. Pero Dios no ve las cosas como nosotros. Dios despojó del sacerdocio a los israelitas cuando éstos pecaron. A los ojos de El, el servicio es un gran privilegio y un alto honor. Si un hombre comete una falta o vuelve atrás, Dios le quita el sacerdocio. La intención de Dios no es persuadir al hombre ni rogarle que le sirva, ni procurarse la aprobación del hombre. Ser llamado por Dios al sacerdocio es un honor para el hombre, no para Dios.


A. Dios nos honra cuando nos llama al sacerdocio

Aquellos que ofrecieron fuego extraño en el Antiguo Testamento fueron consumidos por fuego. Algunos murieron cuando entraron al lugar santo; otros murieron cuando trataron de ofrecer sacrificios a Dios. Dios no permitiría que nadie, salvo los sacerdotes, se acercara a El. Ante El, el sacerdocio es una comisión solemne que El ha puesto en el hombre. El le otorga gloria y honor al hombre y lo eleva cuando lo llama al sacerdocio. Una persona podía morir si tomaba voluntariamente el sacerdocio según su propio deseo. Uza, quien extendió su mano para impedir que el arca se cayera, fue fulminado inmediatamente.


B. Los hombres necios piensan que el servicio
es un favor que le hacen a Dios

Hay muchas personas que creen que le hacen un favor a Dios cuando le sirven. En décadas pasadas me sentía incómodo cuando los predicadores imploraban a los creyentes en las reuniones de avivamiento que sirvieran a Dios. Hay quienes dan una pequeña cantidad de dinero a Dios y piensan que le están ayudando. Muchos se dedican a servir a Dios y piensan que de esa manera lo honran. Otros piensan que rinden un gran honor a Dios cuando abandonan una insignificante posición en el mundo. En sus corazones es como si dijeran: “¡Yo, una persona tan importante, lo abandono todo para servir a Dios hoy!” Algunos abandonan su insignificante carrera y creen que con ello exaltan al Señor. Pero ¡esto es ceguera! ¡Esto no es más que insensatez y oscuridad!

C. El honor más grande que
se nos concede es servir a Dios

Si el Dios de los cielos nos llama a ser Sus sacerdotes, debemos postrarnos ante El para recibir su llamado. Este es nuestro más grande honor. Dios nos ha elevado. No podemos decir que podemos darle algo a El. Decimos que el mayor honor consiste en que Dios acepte lo que le ofrecemos. ¡Qué inmenso honor poder servir a Dios! ¡Esto es gracia! ¡Esto tiene que ser el evangelio! Este evangelio no se detiene en la salvación de Jesús, sino que permite que personas como nosotros sirvamos a Dios. Esto es en verdad el evangelio, el gran evangelio.


VI. DEFENDER EL SACERDOCIO

A. La iglesia no existiría
sin el sacerdocio universal

Hoy en la iglesia el sacerdocio ya no se restringe a unas pocas personas; se ha vuelto un sacerdocio universal. La nación de Israel fracasó; la iglesia no puede fracasar de nuevo. El fracaso de Israel radicaba en que el pueblo de Dios y los sacerdotes de Dios se separaron. ¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros! ¡Que no haya separación entre el pueblo de Dios y Sus sacerdotes en la iglesia hoy! En la iglesia, quienes constituyen el pueblo de Dios son Sus sacerdotes. Todos somos sacerdotes de Dios. La cantidad de sacerdotes debe equivaler a la cantidad de hermanos y hermanas. Cada persona debe acercarse a Dios para ofrecer sacrificios espirituales y sacrificios de alabanza. Todos debemos participar en este servicio espiritual. Este no es un ministerio selectivo. Todos debemos acudir a Dios para servirle. Si una iglesia carece de acceso directo a Dios no es la iglesia.
Tengamos presente que no hay iglesia si el sacerdocio no es universal. La nación de Israel fracasó, pero la iglesia no debe caer en lo mismo. Durante los pasados dos mil años, el sacerdocio que incluye a todo el pueblo de Dios nunca ha sido recobrado. Los dos mil años de la historia de la iglesia frecuentemente nos muestran una separación entre el pueblo y los ministros que ejercen el sacerdocio. Repetidas veces una clase intermediaria se ha interpuesto entre Dios y Su pueblo. Esta es la obra y la enseñanza de los nicolaítas.


B. No se permite la existencia
de una clase mediadora

Ya no debemos tolerar la clase mediadora ni aceptar la jerarquía. No podemos permitir que los sacerdotes se interpongan entre Dios y Sus hijos; no podemos aceptar una clase que tenga que mediar. Necesitamos ver que la iglesia es el lugar donde todo hijo de Dios es un sacerdote. No podemos permitir que una persona o varias monopolicen el servicio espiritual. Dios no habla solamente a unos cuantos, a quienes los demás se acercan para que les solucione los problemas espirituales. La clase mediadora no tiene lugar en la iglesia.
La diferencia que existe entre nosotros y las denominaciones no yace en formalismos externos, sino en el contenido interno. Existe una jerarquía en las denominaciones. Un grupo de personas sirve a Dios, y los demás simplemente ocupan las bancas. Los que constituyen el clero son profesionales en el servicio de Dios, mientras que los demás miembros de la congregación, aunque también nacieron de Dios, se acercan a El por medio de aquellos. La práctica de esta jerarquía es tolerada por muchas organizaciones cristianas hoy. Pero nosotros no podemos permitir la existencia de una clase mediadora; no podemos hacer a un lado la gracia dada a la iglesia en el Nuevo Testamento. No podemos desecharla como lo hicieron los israelitas.


C. La clase mediadora se anula
cuando todos sirven

Debemos abolir la clase mediadora. Para hacerlo, tenemos que convertirnos en parte de ella. Cuando todos nosotros llegamos a ser la clase que se acerca a Dios, la jerarquía desaparece. ¿Cómo podemos hacer de tres grupos dos grupos? ¿Cómo podemos convertir el tráfico que circula en tres direcciones en un tráfico de doble sentido? ¿Cómo pueden estos tres —Dios, los sacerdotes y el pueblo— ser sólo dos entidades? Sólo postrándose ante el Señor y diciendo: “Señor, estoy dispuesto a servirte; deseo ser un sacerdote”. Cuando todos los hijos de Dios lleguen a ser Sus sacerdotes, estas tres partes se reducirán a dos.
El sistema jerárquico procede del mundo, de la carne, de la adoración de ídolos y del amor al mundo. Si todos los hermanos desde el principio se niegan al mundo y rechazan la idolatría, se entregarán a Dios y dirán: “De este día en adelante, viviré en la tierra con el único propósito de servir a Dios”. Entonces la jerarquía desaparecerá espontáneamente. Si todos los hermanos se dan cuenta de que la única ocupación que tienen es servir a Dios, y si todos sirven a Dios en coordinación, la clase mediadora desaparecerá.

D. Como cristianos tenemos
que ejercer el sacerdocio

Espero que ustedes no permitan que surja ninguna clase mediadora. Defienda esto desde el mismo principio. Sólo entre los que han caído o han vuelto atrás, y entre aquellos que andan según sus propios caminos, puede ser necesaria una clase intermediaria. Es normal que entre los derrotados unos sirvan al Señor y otros no. Aquellos que no sirven al señor se dedican a sus propios asuntos, mientras que los que sirven al Señor se entregan a los asuntos espirituales. Quienes no se dedican a servir al Señor, cuando menos ofrendan dinero para sostener a quienes sí lo hacen. Quizá sean empresarios, profesores o doctores; el caso es que todos están dedicados a sus propios asuntos y se rigen por sus propios criterios. Da la impresión de que no tuvieran nada que ver con el servicio de Dios. En un caso como éste, ¿qué necesita una persona para ser considerada un buen creyente? Solamente necesita apartar un poco de su tiempo cada semana para asistir al servicio de adoración, y si tiene dinero, lo único que se le exige es que ofrende una fracción del mismo. Sin embargo, esto crea una diferencia bastante marcada entre el pueblo de Dios y Sus sacerdotes. Hoy tenemos que comprender que, o no somos cristianos en absoluto, o nos consagramos por entero al Señor. Si somos cristianos, tenemos que ser sacerdotes para Dios.


VII. LA RESTAURACION DEL SACERDOCIO

A. Las primeras iglesias no tenían problemas

El peligro que se cierne sobre la nación de Israel es el mismo problema que la iglesia ha confrontado durante dos mil años. Desde la partida del Señor hasta poco después de que se escribiera el libro de Apocalipsis, todos los hijos de Dios eran sacerdotes. Todo el que se consideraba hijo de Dios era sacerdote de Dios. No hubo ningún problema en este aspecto desde el siglo primero hasta el tercero. Surgieron problemas aislados en diferentes lugares, donde algunos hijos de Dios se rehusaban a ser sacerdotes, pero en general todo iba bien. Cuando alguien llegaba a ser hijo de Dios, venía a ser sacerdote de Dios.


B. La naturaleza de la iglesia cambió

cuando el Imperio Romano acogió el cristianismo

Cuando el Imperio Romano recibió en su seno al cristianismo, mucha gente se infiltró en la iglesia. Cuando alguien creía en el Señor, recibía ciertas garantías materiales, pues se convertía en correligionario y hermano del César, el emperador. El Señor había dicho claramente: “Devolved, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22:21). Ahora se le daba a Dios tanto lo que era de César como lo que era de Dios. Esto en verdad era una gran victoria para el cristianismo, pues Constantino se convirtió a Cristo. El resultado fue un cambio gradual pero significativo para la iglesia. Los creyentes ya no eran como aquellos que profesaban su fe al comienzo. Durante los diez períodos de persecución que sufrieron los cristianos en el Imperio Romano, decenas de millares de creyentes fueron inmolados como mártires. No era fácil ser reconocido como cristiano, pero esto cambió totalmente, y se volvió acomodaticio llamarse creyente y compartir la misma fe del emperador y llamarlo hermano. Cuando se produjo este cambio, muchos decidieron hacerse cristianos. Como resultado, la cantidad de personas que se autodenominaban cristianas aumentó, mas no sucedió lo mismo con el número de sacerdotes. Es fácil infiltrarse furtivamente en el rebaño cristiano, pero es absolutamente imposible hacerlo en el servicio de Dios.


C. La separación entre espirituales y mundanos

La iglesia fue testigo de un cambio radical en el siglo cuarto. Durante ese período, muchos de los que se unieron a la iglesia eran o incrédulos, o creyentes no genuinos. Se decían creyentes, pero tenían posiciones en el mundo. No tenían interés en servir al Señor en la iglesia. Es posible que hayan sido salvos, pero no estaban dispuestos a servir al Señor. Espontáneamente algunas personas espirituales se encargaron de los asuntos de la iglesia. Así que los demás les decían: “Ustedes hagan esas tareas y sirvan al Señor, y nosotros seremos los seglares”. La palabra seglar [del siglo] surgió en el siglo cuarto. Algunos atenderían los asuntos terrenales, y los demás se encargarían de la obra espiritual. Como resultado muchos servían a Dios, pero la mayoría dejó de hacerlo.
En los días de los apóstoles, en el siglo primero, todos los creyentes servían al Señor. Del siglo cuarto en adelante, se empezó a decir: “Nosotros solamente somos el pueblo de Dios. Atenderemos nuestros propios asuntos en el mundo y mantendremos nuestros cargos dentro de la sociedad. De vez en cuando, daremos algo de dinero, y así seremos contados como creyentes. Dejaremos, entonces, que los espirituales atiendan las cosas espirituales por nosotros”. Desde ese momento, la iglesia siguió los pasos de la nación de Israel: adoró el becerro de oro y creó una clase mediadora. El sacerdocio ya no correspondía a todo el pueblo de Dios. Muchos seguían siendo el pueblo de Dios, pero no Sus sacerdotes.
En la actualidad, a los clérigos de la Iglesia Católica Romana se les llama sacerdotes o, informalmente, padres. Algunas iglesias nacionales siguieron el ejemplo de la Iglesia Católica Romana y asignaron a sus dirigentes el título de sacerdotes. Aquellos que se dedican a los asuntos terrenales son el pueblo, mientras que los que administran las cosas espirituales son llamados sacerdotes. La iglesia se ha dividido en sacerdotes y laicos.


D. El Señor hace una obra de restauración

Quisiera que todos comprendiéramos que en estos últimos días Dios está haciendo una obra de restauración; ha tomado la ruta de recobrar lo perdido. Yo creo que Dios está guiando a todos Sus hijos a tomar esta posición en esta última era. He aquí un segmento de la visión de la iglesia que necesita ser recobrada: el sacerdocio universal de los hijos de Dios. Si una persona pertenece al pueblo de Dios, debe ejercer el sacerdocio. En la actualidad existe el sacerdocio, y también estará presente en el reino venidero. Dios quiere obtener Sus sacerdotes. El desea que todo Su pueblo ejerza el sacerdocio.


VIII. EL SERVICIO DE LOS SACERDOTES

Tan pronto como usted cree en el Señor, se convierte en sacerdote. Si ha de ser cristiano, tiene que ser sacerdote. No espere que alguien lo sea por usted. Usted tiene que ejercer su sacerdocio. No debe existir entre nosotros una clase mediadora. Nadie se hará cargo de los asuntos espirituales por nosotros. Nadie puede hacer la obra por nosotros. Entre nosotros no debe haber otra clase exclusiva llamados obreros cristianos.


A. Toda la iglesia debe ejercer el servicio

Si Dios tiene misericordia de nosotros, todos los hermanos y hermanas espontáneamente trabajaremos en la predicación del evangelio y en el servicio al Señor. Cuanto más universal sea el sacerdocio, más visible será la iglesia. Cuando el sacerdocio cesa de ser universal, fracasamos, y nuestra senda se corrompe.


B. Dios nos honra al permitirnos servirle

Somos pobres, ciegos e inválidos. En el Antiguo Testamento tales personas no podían ser sacerdotes. Las personas incapacitadas, cojas o que tuvieran defectos no podían ser sacerdotes. Es un honor que el Señor acepte en el sacerdocio personas como nosotros. Hoy muchas personas viles, sucias, ciegas e incapacitadas han sido llamadas por Dios al sacerdocio. El es el Señor. Ya dijimos que debemos entregarnos con gozo al servicio del Señor y, aun si fuera necesario, arrastrarnos a Sus pies y rogarle que nos permita servirle. Debemos regocijarnos por poder doblar nuestras rodillas para rogar este honor. Yo estoy contento de humillarme y suplicar de rodillas ante el Señor: “Señor, quiero servirte. Me ofrezco con alegría para Tu servicio. Tú me honras al permitirme acudir a Ti”. Ser un sacerdote equivale a acercarse a Dios. Si somos sacerdotes no hay distancia entre nosotros y Dios, podemos entrar directamente sin esperar que nadie nos conceda el permiso de hacerlo, y podemos tocar a Dios por nosotros mismos.


C. El reino de Dios se hace realidad
cuando todos sirven

Si un día todos los hermanos y hermanas de todas las iglesias se dedican a ejercer su servicio, el reino de Dios estará entre nosotros. Este será un reino de sacerdotes. Todos los miembros del pueblo serán sacerdotes. ¡Esto es glorioso! Anhelo el día cuando se quiten todos los ídolos de entre nosotros. Debemos pagar el precio necesario ante el Señor para lograrlo. Los levitas pagaron el precio; ellos fueron fieles en dejar de lado sus afectos personales. Solamente tales personas pueden participar en el sacerdocio.


D. La base del sacerdocio:
ser aceptos a Dios

Para poder entender completamente el sacerdocio, necesitamos entender cómo consideraba Dios el sacerdocio en el Antiguo Testamento. Es muy significativo que Dios permita que una persona se le acerque y no muera. Solamente los sacerdotes podían comer el pan de la proposición, servir en el altar, entrar en el lugar santo y ofrecer sacrificios. Cuando aquellos que no eran sacerdotes entraban en el lugar santo morían. El sacerdocio se basa en la aceptación de Dios. Puesto que Dios nos aceptó, ¿no deberíamos participar? Anteriormente, cualquiera que se atreviera a entrar podía morir. Pero hoy día Dios dice: “¡Puedes acercarte a Mí!” Que necedad sería rehusarnos a allegarnos a El.


E. La misericordia de Dios nos hace aptos
para servir en la gracia

Necesitamos que el Señor abra nuestros ojos para que veamos que la mayor gracia consiste en que se nos conceda el privilegio de servirle. Aquellos que verdaderamente conocen la voluntad de Dios dicen: “La gracia que me permite servir a Dios es mayor que la gracia que me condujo a la salvación”. El perro que está debajo de la mesa de los dueños puede comer las migajas, pero jamás podría servir a la mesa. Ser salvo por gracia es relativamente simple, pero no todos pueden servir por gracia. En la iglesia todo el que es salvo por gracia también puede servir. Es una insensatez no considerar esto como una gracia espléndida.


F. El rechazo de una clase mediadora

En el mundo cristiano de hoy se reconoce la presencia de una clase mediadora. Inclusive, los creyentes se dividen en dos clases: los sacerdotes y el pueblo. Anhelamos ver el día cuando no haya jerarquía entre nosotros. Es posible que una o dos personas en la iglesia caigan, pero el principio sigue siendo válido. En el cristianismo de hoy los principios se debilitan. En general, el cristianismo de hoy ha caído y ha seguido el camino de los israelitas: se ha creado una diferencia entre el pueblo y los sacerdotes. ¡Dios no libre de caer en tal sistema!

Profeta Miqueas (estudio introducción)

El Libro del Profeta Miqueas 

Fuente

El propósito de Miqueas es advertir al pueblo de Dios que el juicio se acerca y que Él ofrece el perdón a todos los que se arrepienten

El libro comienza (1.1) diciendo que Miqueas, es natural de Moreset (o Moreset-gat, 1:14), un lugar situado a unos 40 km. al sudoeste de Jerusalén, y que vivió “en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá”. 
Por lo tanto, fue uno de los profetas del siglo VIII a.C., y contemporáneo de Isaías (Is. 1:1), Oseas (Os. 1:1) y Amós (Am. 1:1). 
Así que Miqueas, como Isaías, ejercieron su actividad en Judá; pero tambien dirigieron sus proclamas a Israel, (el reino del norte). 
Y su talante, fue el mismo que el de Amós, “uno de los pastores de Tecoa” (Am 1:1), ya que está marcado con el signo de la existencia campesina

En este profeta se descubre un interés inmediato, porque se preocupo por los problemas característicos de la sociedad agrícola
Pues en medio de ella, se desarrollo su personalidad, puesto que las labores del campo eran las propias de la Sefela, una región a la que Moreset pertenecía, una zona de monte bajo que se extiende sobre las montañas de Judá y las llanuras de la costa del mar Mediterráneo. 
Una tierra buena, de suaves y fértiles colinas, donde Miqueas vivió las amarguras del campesino desde niño, humilde y sometido a la prepotencia de quienes “codician campos..., oprimen al hombre, a su familia y a su heredad” (2:2). 

Un contenido histórico 
Comenzó cuando el reino del norte estaba a punto de caer, pero ante Asiria vivió firme durante el ministerio de Miqueas en el 722 a.C., ahora la fecha del mensaje de Miquias fue con la mención de reyes de Judá únicamente. Mientras que Israel era un destinatario ocasional de sus palabras (1:5-7), y su atención primordial fue dirigida hacia el reino del sur donde él vivió. 
Pero la prosperidad económica y la ausencia de crisis internacional, marcaban los días de Jeroboam II (793-753 a.C.), porque las fronteras de Judá e Israel fueron las rivales de David y Salomón (2 Reyes 14:23-27), que se estaban deslizando. 
Por esto, fue que Siria e Israel invadieron a Judá, y tomaron cautivo temporalmente al impío Acaz, (2 Crónicas 28:5-16; Isaías 7:1, 2). 
Después que Asiria había derrotado a Siria e Israel, el buen rey Ezequías retiró su lealtad a Asiria, haciendo que Senaquerib sitiara a Jerusalén en el 701 a.C. (2 Reyes 18, 19; 2 Crónicas 32). 
Entonces fue cuando el Señor envió a su Ángel para librar a Judá (2 Crónicas 32:21). 
Y Ezequías fue usado por Dios para guiar a Judá de regreso a la verdadera adoración. 
Después que Uzías murió, en el 739 a.C., le dejo su reinado próspero a su hijo Jotam, que continuó con las mismas políticas, pero no quitó los centros de idolatría. 
Por esto la prosperidad extrema solo era una fachada desenfrenada, que disfrazaba la corrupción social y el sincretismo religioso. 
Porque la adoración del “dios” Baal cananeo de la fertilidad, estaba integrándose más y más ¿con el sistema de sacrificios del AT, alcanzando proporciones epidémicas bajo el reinado de Acaz (2 Crónicas 28:1-4). 
Así que cuando Samaria cayó miles de refugiados llegaron a Judá, trayendo su sincretismo religioso con ellos. 
Pero mientras Miqueas, (al igual que Oseas) se dirigió personalmente a resolver este asunto, pues la desintegración de valores personales y sociales estaba en contra de Dios, entonces él dirigió sus reprensiones más incisivas y con fuertes advertencias (7:5-6). 
Aunque Asiria era la potencia dominante y una amenaza constante para Judá, la predicación de Miqueas era que Babilonia, quedaría en ese entonces bajo dominio Asirio, y conquistaría a Judá (4:10) pero esto parecía muy remoto. 
De esta manera, fue como Amós le profetizo a Israel, y Miqueas a Judá. 

Un libro y un mensaje 
Es bueno resaltar, que el libro de Miqueas contiene 7 capítulos y 105 versículos. Además consta de tres partes. 

La primera: está formada por los capítulos 1-3, y en ella predominan los temas de índole social, con el mismo trasfondo crítico y propio del profetismo de aquella época. 
Pero en la voz de Miqueas, se perciben tonos extremadamente duros cuando reprende a “Samaria y a Jerusalén”, (es decir, a Israel y a Judá). 
Porque en ambas se fomenta la maldad de los gobernantes y los poderosos (3:1-3), la injusticia de los jueces (3:9-10) y la corrupción de los sacerdotes y los profetas (3:5-7, 11); de modo que por causa de todos ellos, “Sión será un campo arado, y Jerusalén se convertirá en ruinas y sus casas se cubrirán de bosque” (3:12). 
Este terrible anuncio de la destrucción de Jerusalén y del Templo impresionó profundamente a los habitantes de la ciudad santa, que un siglo después, Jeremías en su profecía lo recogió íntegramente, (Jeremías 26:18). 
Ahora la segunda sección del libro, la componen los capítulos 4-5, pues todavía en ella se escucha el eco de las anteriores amenazas, pero en el pensamiento del profeta Miqueas, predomina la esperanza de un tiempo último (4:1) en el que Judá e Israel andarán “en el nombre de Jehová, nuestro Dios, eternamente y para siempre” (4:5). 
Entonces habrá salvación, y Jerusalén será restaurada y a ella acudirán todas las naciones, diciendo: “Venid, subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob”. 
Porque allí conocerán los caminos del Señor y recibirán la instrucción de su palabra (4:1-2). Pues de Belén, ese pequeño pueblo donde nació el rey David, saldrá otro rey, “que será Señor en Israel” y también “será nuestra paz” (5:2, 5). 
Entonces se acabarán las guerras, y las armas se transformarán en instrumentos de paz y de trabajo; en aquel momento, “convertirán sus espadas en azadones y sus lanzas en hoces. Y ninguna nación alzará la espada contra otra nación” (4:3). 

Y la tercera sección del texto de Miqueas, la componen los (capítulos 6-7), donde se dirige particularmente a Israel. 
Porque hay un intenso acento de amargura cuando el profeta reprocha la infidelidad con la que el pueblo responde a la bondad de Dios: “Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he molestado?” (6:3); porque en Israel triunfa la maldad (6:10-7.6), y es tanta la corrupción moral, que la amistad se desvanece, la justicia se compra y se vende, la desconfianza separa a los cónyuges y la recíproca falta de respeto destruye la convivencia familiar (7:1-6). 
No obstante, en la profecía de Miqueas prevalece la esperanza sobre todos estos males, la seguridad que el Señor tendrá misericordia de los suyos, del pequeño “remanente de su heredad” el que haya quedado limpio de pecados e infidelidades tras la prueba purificadora que el Señor traerá sobre Israel (7:18;2:12;4:6-7;5:7-8). 
Pero al fin del libro, Miqueas expresa su confianza en el Señor, el cual “se deleita en la misericordia” (7:18), y también cuidará a Israel en el futuro, lo pastoreará como hizo “en el tiempo pasado”, cuando lo sacó de Egipto y le mostró sus maravillas (7:14-20). 

Autor y fecha 
Cómo es natural el primer versículo establece que Miqueas es el autor de éste libro. 
Y más allá de eso, dice: es natural de Moreset, (Judá) cerca de Gat, aproximadamente a 32 km del suroeste de Jerusalén. 
Pues poco se sabe de él. Ni tampoco nada sobre sus padres, pero su nombre si indica un legado piadoso. 
Porque rastrea a sus semejantes al pueblo de Moreset (1:1, 14), localizado en las faldas de los montes de Judá, aproximadamente 40 km SO de Jerusalén, en la frontera de Judá y Filistea, cerca de Gat. 
De un área productivamente agrícola, él era como Amós, un residente del campo lejos de la política nacional y de la religión, pero fue escogido por Dios (3:8) para entregar un mensaje de juicio a los príncipes y pueblos de Jerusalén
Así que Miqueas coloca su profecía durante los reinados de Jotam (750-731 a.C.), Acaz (731-715 a.C.) y Ezequías (715-686 a.C.). 
Pero su condena a las injusticias sociales y corrupción religiosa renueva el tema de Amós (mitad del siglo octavo a.C.) y sus contemporáneos, Oseas en el Norte (755-710 a.C.) y en el Sur, Isaías (739-690 a.C.). 
Esto encaja con lo que se conoce de la identidad de Acaz (2 Reyes 16:10-18) y su hijo Ezequías antes de sus amplias reformas espirituales (2 Crónicas 29:1). 
Y sus referencias sobre la caída de Samaria es inminente (1:6) y claramente lo colocan antes del 722 a.C., aproximadamente en el 735-710 a.C. 

Un pasaje con nobleza 
En primer lugar tenemos que él profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, fue contemporáneo de Isaías. 
Quizás durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías en 742-687 a. C. y que su nombre significa ¡el que es como Jehová! 
Que perteneció a Judá, pero habló tanto a Judá como a Israel. 
Es decir que "Dios es incomparable" y sus “Juicios son de misericordia” Igualmente tenemos la definición de la verdadera religión, 6:8, "Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios”. 
Otro es el anuncio del lugar de nacimiento de Jesús, 5:2, "Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad”. 
Y finalmente, Dios se olvida de los pecados del creyente, 7: 18 -19, “¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados”. 

Versículos Claves 
“Ho hombre, Él te ha rechazado lo que es bueno, qué pide Jehová de ti; solamente hacer justicia, y mar misericordia, y humillarse ante Dios” (6:8). Y “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? 
No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros: sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (7:18,19). 

Su método crítico: quién escribió el libro, fue Miqueas, un profeta de Moréset de Judá, un pueblo como a 40 kilómetros al suroeste de Jerusalén y fue escrito en 749 a 634 a. C. para el pueblo de Israel 

Su procedimiento histórico: fue cuando Miqueas predicó contra los pecados de su tiempo y especialmente contra la opresión de los ricos hacia los pobres. 
También cuando profetizó sobre la destrucción de Israel y la de Judá, antes que el juicio cayera sobre Israel. 
Cómo ya lo hemos dicho: su nombre significa: “Quien es como Jehová”, desarrolla su ministerio en una zona pastoral. Cerca de Gad tanto en el norte como en el sur. 

En la época de Acaz, Jotan y Ezequías, en la turbulenta caída de los reyes, y el levantamiento de profetizas, tambien presencio la destrucción de Samaria, en el 722, pero la caída de Samaria, ya la había profetizado Miqueas en Damasco. 
Su plan literario: tiene un género de literatura profético y panorámico (telescópico) 

Su técnica general: la idea principal del libro, es la soberanía de dios en todos los eventos, para establecer su reino eterno. 
Pero el libro se escribió para probar, lo anterior a Israel y a todos los pueblos. 

Sus mensajes claves: fueron Samaria, Jerusalén, Jacob, Israel, Judá, Sion, asirio, destruir, asolamiento, remanente (resto), en aquel día (en los postreros tiempos), mi (tu, su), y pueblo. 

Sus argumentos: la verdadera religión, la justicia social y la futura restauración. 

Su empaque: La amenaza de juicio divino por romper el pacto con Jehová; como el Dios de justicia y misericordia que defiende la causa de los pobres y requiere que su pueblo haga los mismo; luego del juicio Jehová restaurará a Jerusalén mediante el rey davídico prometido; porque Jehová es el Dios de todas las naciones. 

Sus detalles 
Primeramente la Caída Inminente de Israel y Judá, luego el nacimiento del Mesías en Belén. 
Otro punto interesante es que Miqueas profetizo en los reinados de Jotam (749-734 a.C.), Acaz (741-726) y Ezequías (26-697). 

Pero la diferencia es que Jotam y Ezequías fueron buenos reyes, pero Acaz fue malo en extremo, de manera que Miqueas presenció la apostasía del gobierno y su reforma. 
Así que el mensaje de Miqueas fue para ambos pueblos, Israel y Judá, pues se dirigía principalmente a sus capitales, Samaria y Jerusalén. 
Pero las ideas principales fueron tres: sus pecados, su destrucción y su restauración. 
Estos conceptos se hallan entremezclados en el libro con alternaciones abruptas entre el asolamiento presente y la gloria futura. 
Muchas frases parecen inconexas. 
Porque los mismos pensamientos reaparecen a menudo, en cuadros variados y con nuevos detalles. 

Sus desafíos 
La semejanza verbal entre Miqueas 4:1-3 e Isaías 2:2-4 da lugar a la pregunta de quién citó a quién. 
Porque los intérpretes están divididos, y sin respuestas claras, pues en ninguno de los dos casos. 
Los profetas vivieron en proximidad cercana el uno del otro, ni profetizaron durante el mismo período, y estas semejanzas son comprensible. Dios dio el mismo mensaje a través de los predicadores. 
Por la frase de introducción, "en los postreros días" (4:1), así que estos versículos alejan su cumplimiento postexílico y requiere un tiempo escatológico cercano al segundo advenimiento de Cristo y el principio del milenio. 
Aparte de Isaías 2:2-4, los otros tres pasajes de Miqueas son citados en otras partes en las Escrituras. 
Como en Miqueas 3:12 y en Jeremías 26:18, donde salva la vida de Jeremías de la sentencia de muerte del rey Joaquín. Miqueas 5:2, por los principales sacerdotes y los escribas (Mateo 2:6), en respuesta a la pregunta de Herodes, sobre el lugar de nacimiento del Mesías. 

Miqueas 7:6, que también es empleado por Jesús en Mateo 10:35, 36, la vez que comisionó a sus discípulos. 

Su argumento teológico 
Primeramente, Miqueas proclamó su mensaje de juicio a un pueblo que persistencia en la búsqueda del mal. 
Y semejante a otros profetas (como Oseas 4:1; y Amós 3:1), por esto Miqueas presentó su mensaje en terminología de demanda, en la corte, (1:2; 6:1, 2). 
También es cierto, que la profecía está ordenada en tres oráculos o ciclos, y cada uno comienza con la amonestación de "oír" (1:2; 3:1; 6:1). Además, en cada oráculo, él pasa de la condenación a la esperanza. 

En la condenación: porque han quebrado la ley de Dios dad en Sinaí; la esperanza por el pacto inalterable de Dios con sus ancestros (7:20). 
Ahora el otro tercio del libro se enfoca en los pecados de su pueblo; el castigo de Dios por venir y otro que promete la esperanza para los fieles después del juicio. 
De esta manera, el tema inevitable del juicio divino por el pecado, se une al compromiso inmutable por parte de Dios con sus promesas de pacto, como:

1). La combinación de sus mensajes con la visión de Dios. 
2). La coherencia absoluta de Dios al juzgar el pecado. 

3). El compromiso inflexible a su pacto a través del remanente de su pueblo. Pues les provee a los oyentes una clara revelación del creador de todas las cosas. 

A través de intervención divina, Él traerá juicio sobre los pecadores y bendición sobre aquellos que se arrepienten. 
Su visión general Durante el tiempo de Miqueas las personas eran egoístas y oportunistas. Porque la justicia raramente era bien administrada, tambien abundaban, la avaricia, la inmoralidad y la crueldad. 

Y los pobres eran oprimidos por la nación, por esto Miqueas declaró, Yo, en cambio, estoy lleno de poder, del Espíritu del SEÑOR, de juicio y de valor, para dar a conocer a Jacob e Israel, su rebelión y su pecado (3:8). 
Pero los pobres llevaron por un tiempo la carga de las frivolidades económicas requeridas por el estilo de vida de los ricos. 
Porque Judá se encontraba en guerra, y los pobres tenían que soportar el peso de los impuestos, pues el tributo le pagaba a Asiria, que lo provenía de los pobres. 
También el reinado de Ezequías, fue un tiempo de extrema dificultad económica para los pobres. 

Y hasta los tribunales (la justicia) estaba disponible para los ricos, porque ellos podían comprarla sobornando a los jueces; que a menudo eran víctimas de ello. 
Es decir, que los falsos profetas sólo predicaban las cosas que le agradan a los ricos, y nadie levantaba la voz a favor de los pobres y oprimidos. 
Hasta los sacerdotes mercenarios cobraban por sus servicios, y los pobres quedaban sin dirección espiritual. 
Pero lo sacerdotes, en lugar de proteger a los pobres, se aprovechaban de ellos. Pero Dios llamó a Miqueas a ser un valiente defensor del pobre contra los ricos opresores, los jueces injustos, los profetas asalariados y los sacerdotes corruptos. 
Por está razón, Dios usó a Miqueas para predecir varios acontecimientos extraordinarios por que algunos ya se han cumplido, como la destrucción de Samaria (1:6, 7), Jerusalén, el templo (3:12), el cautiverio babilónico (4:10), el retorno del mismo (7:11) y el nacimiento del Mesías en Belén (5:2). 
Aunque otros eventos todavía no se han cumplido, como el retorno de Israel de los cuatro extremos de la tierra (4:6-8), la batalla de Armagedón (4:11-13) y la paz mundial, que el Mesías establecerá (4:1-5:15). 
Ahora bien, los cuatro grandes profetas del siglo octavo a.C. Fueron: Miqueas, Isaías, Amós y Oseas, pero Miqueas era el menos conocido entre ellos, pero tuvo el privilegio de escribir el más importante versículo ético de todo el Antiguo Testamento, donde se resume la enseñanza de los otros tres: “El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia” [Amós], amar la misericordia [Oseas], y andar humildemente con tu Dios [Isaías]? (6:8). 
Es por esto, que Jeremías menciona el notable impacto de la vida de Miqueas y su mensaje (3:12; Jeremías 26:17-19). 
Porque en cada generación Dios usa a testigos fieles para cambiar las vidas de los fieles para su gloria (Santiago 5:19-20). 
Sus informes proféticos Estas fueron las profecías Mesiánica citadas en Miqueas 5:2, cuando los magos que estaban buscando al rey nacido en Belén (Mateo 2:6). 
Pero estos reyes del oriente estaban familiarizados con las Escritura hebreas, por esto sabían que la pequeña aldea de Belén saldría el Príncipe de Paz, la Luz del mundo. 
Así que el mensaje de Miqueas, fue el pecado, el arrepentimiento y la restauración, pues allí se encuentra el último cumplimiento en Jesucristo, quien es la propiciación por nuestros pecados (Romanos 3:24-25) y el único camino que conduce a Dios (Juan 14:6). 

Su importancia 
Así que, es a solo Miqueas, a quien se le acentúan los atributos divinos que constituyeron en el fundamento de su predicación profética: como la grandeza de Dios, su santidad, su ira y su gran misericordia. 
Porque Miqueas, al igual que los otros profetas, abundaban en grandes enseñanzas morales. 
Porque solo el valor a la religión, concede producir la justicia en el individuo y en la sociedad. Pues el 6:8, resume admirablemente todo el contenido de la predicación de sus contemporáneos: que es, “a practicar la justicia [Amós], amar la misericordia [Oseas] y caminar humildemente de la mano de Dios, [Isaías]”. 
Este esquema contiene tres elementos importantes, que son: 

1). El juicio de Dios sobre Israel y sobre Judá (1:1-3.12). 
2). El reinado universal de Jehová (4:1-5.15). 
3). La corrupción de Israel y la misericordia de Dios (6:1-7.20). 

Es decir, que el libro de Miqueas, es una maravillosa representación profética de la historia bíblica, tanto en su expresión del Antiguo Testamento, como en su anticipación del Nuevo, con el Mesías prometido, la restauración y salvación de su pueblo.

domingo, 26 de abril de 2015

lunes, 23 de febrero de 2015

Escatología apocalíptica en la Reforma protestante del siglo XVI. Por Alejandro Zorzin (Slideshare)

Pagina de Alejandro Zorzin: http://alejandrozorzin.blogspot.com.ar/


Escatología apocalíptica en la Reforma protestante del siglo XVI


Martín Lutero, Tomás Müntzer
y los anabaptistas radicales
Dr. Alejandro Zorzin
  
La trama de los sucesos y los personajes vinculados al tema en cuestión se pueden conocer a través de buenos estudios y fuentes editadas en español e italiano.[1] Por eso no será en la historia de los eventos que ahondará el siguiente estudio, sino en la perspectiva escatológica con la que algunos de los protagonistas del movimiento de Reforma protestante interpretaron su realidad en la tercera década del siglo XVI. El enfoque sobre este aspecto de sus ideas religiosas resulta pertinente, porque en las regiones europeas de habla alemana la década transcurrida entre 1525 y 1535 quedó marcada por dos grandes masacres con ribetes apocalípticos: la “batalla” de Frankenhausen (en Turingia) en mayo de 1525 y el sitio y toma de la ciudad de Münster (en Westfalia) en marzo de 1535. En ellas fue diezmada una de las vertientes del movimiento de Reforma protestante.
En 1532 se publicó un librito con cálculos y elucubraciones matemáticas basadas en textos bíblicos, que establecía la fecha de la venida de Cristo para el 18 de octubre de 1533, a las ocho de la mañana. El autor del mismo -Michel Stifel[2]- era pastor en Lochau (Sajonia) y amigo personal de Lutero. A pesar de que el príncipe elector sajón le había prohibido predicar sobre el tema, sus ideas del inminente fin del mundo se fueron difundiendo en la región y gran cantidad de campesinos y aldeanos comenzaron a vender y a regalar sus posesiones a la espera de la anunciada segunda venida de Cristo. El día señalado una muchedumbre angustiada se congregó en el lugar, e incluso Lutero desde Wittenberg había enviado un observador. Pero tras tensa espera nada de lo predicho ocurrió. Entonces, los aguaciles del príncipe detuvieron al malogrado profeta y lo trasladaron hasta Wittenberg. Allí -gracias a gestiones de su amigo y protector Lutero- permaneció cuatro semanas bajo arresto domiciliario.[3] Stifel -quien a partir de 1559 ocupó el cargo de profesor de matemáticas en la universidad de Jena- falleció por causas naturales en 1567, a la avanzada edad de 80 años.
A comienzos de enero de 1534 arribaron a la ciudad de Münster (situada en la región noroccidental de Alemania) dos enviados de Jan Matthijs -un panadero predicador anabaptista oriundo de Haarlem (en los Países Bajos).[4] Inspirado por intensas visiones apocalípticas, Matthijs estaba convencido de ser Enoc, el segundo testigo-profeta anunciado por el Apocalipsis [cf.11:3]. Con severidad y convicción proclamaba que:
"Dios deseaba suscitar un pueblo elegido y que sobre quien no tuviera el [bautismo con el] signo Tau [cf. Ap 7:3s. y 14:1], irrumpiría el castigo y la ira del Padre."[5]
Para este misionero itinerante anabaptista la inminente devastación de todos los impíos iba a irrumpir en la pascua de 1534. En febrero de ese año Matthijs llegó a Münster, donde sus predicaciones extáticas y sus corridas por las calles reclamando penitencia, causaron un fuerte impacto en un amplio sector de la población.[6] Movido por el clima de exaltada expectación religiosa que se vivía en la ciudad y por reclamos de ciudadanos opuestos al movimiento, que habían sido obligados a abandonarla, el príncipe-obispo Franz von Waldeck (±1492 - 1553) decidió sitiarla con sus tropas. Esta amenaza militar directa, no hizo más que confirmar ante los ojos de los seguidores/ras de Mathijs las visiones apocalípticas sobre la inminencia del combate final entre impíos y elegidos que les venía anunciando. Al comenzar el día de la pascua de 1534 sin que se produjera la anunciada destrucción de los enemigos que asediaban la ciudad, Matthijs mismo salió fuera de las murallas para forzar el desenlace apocalíptico. En plena arenga profética a los mercenarios del obispo, un lansquenete lo tomó por sorpresa y allí mismo lo mató, atravesándolo con la espada.[7]
Dos situaciones casi simultáneas, dos expectativas muy similares de la inminente irrupción de Cristo en el mundo -separadas por apenas algo más de cinco meses. Sin embargo, dos desenlaces totalmente diferentes: una breve sanción disciplinaria en un caso, en el otro la muerte violenta. Lo primero que nos sugieren ambos ejemplos, es que la expectativa de un final apocalíptico de la historia estaba presente tanto entre seguidores de Lutero, como entre grupos del movimiento de Reforma bastante más alejados de las enseñanzas de aquél. Esto por un lado revela la existencia de un sustrato escatológico común en la mentalidad religiosa de aquella época, pero por el otro plantea una pregunta. ¿A qué se debe el carácter inocuo de la expectativa apocalíptica en el caso de Stifel y su virulencia en el de Matthijs? La respuesta a esta pregunta pondrá de manifiesto una divergencia clave dentro del movimiento de Reforma protestante, de la que el mensaje cristiano mismo es responsable a lo largo de su historia desde los mismos comienzos.[8]
1. Lutero y su percepción de la cercanía del fin
La obra de mayor difusión y efecto a largo plazo que publicó Lutero fue la traducción al alemán del Nuevo Testamento, en Septiembre de 1522.[9] De los libros neotestamentarios contenidos en esa edición, el único profusamente ilustrado era el Apocalipsis. El artista Lucas Cranach (el mayor) había diseñado un total de 21 ilustraciones para iluminar diferentes pasajes de ese texto bíblico.[10] De esas ilustraciones tres ofrecen un interés particular para nuestro tema, porque en ellas el artista (siguiendo indicaciones del traductor[11]) identificó a "la bestia que sube del abismo" [Ap 11:7], al "dragón" y a la "bestia" [Ap 16:13], y a "Babilonia la grande, la madre de las rameras" [Ap 17:5] con el papa romano, colocándoles en sus cabezas la tiara pontificia [ver ilustraciones 1-3]. Esta contemporización subversiva, que desde Wittenberg se hacía de las visiones de Juan en Patmos, fue duramente cuestionada por el duque Jorge de Sajonia albertina. El 7 de noviembre de 1522, éste hizo publicar un mandato en el que prohibía la adquisición y tenencia de esa Biblia a sus súbditos. Como consecuencia de ello -y por presiones de Jorge sobre su primo, el príncipe elector Federico de Sajonia ernestina- en la reedición del Nuevo Testamento de diciembre de ese año, la triple corona pontificia fue retocada en los tacos-clisé de las ilustraciones, quedando una corona simple. Modificación que, sin embargo, en nada alteraba la expectativa escatológica de Lutero y su convicción de que el papa romano era el anticristo.[12]
Durante su reclusión forzada en el Wartburg (en la segunda mitad de 1521) Lutero compuso otra obra fundamental para la consolidación y difusión del mensaje evangélico: una serie de comentarios (en alemán) a los pasajes bíblicos de predicación obligatoria durante la época de navidad y adviento.[13] Los mismos fueron publicados en marzo/abril de 1522. De ellos, en especial su comentario sobre el evangelio del segundo domingo de Adviento (Lucas 21:15-36) nos permite conocer su perspectiva escatológica y su convicción en cuanto a que "el día del fin no está lejos".[14]
Lutero tiene esta certeza porque al leer las crónicas sobre los tiempos transcurridos desde el nacimiento de Cristo hasta su época, en ninguna época anterior no detecta "nada comparable con nuestra realidad y nuestro siglo" en cuanto a destreza y sofisticación técnica o exceso de lujo y consumo. Lutero, por ejemplo, opina que la evolución en los gustos culinarios y en la extravagancia del ropaje, han llegado a su máxima expresión posible en su época. "¿Y quien ha leído jamás de comerciantes como los de ahora, que dan la vuelta al mundo y a todo el mundo devoran?" [p.105] Todo ese impactante desarrollo ha alcanzado un pico absoluto en su tiempo, y -según Lutero-
"... no puede uno imaginar cómo se podría lograr un mejoramiento ni frenarlo. Surja una luz y comience un día, sea como fuere, algo hay que no cambia: nunca antes hubo en la cristiandad semejante astucia, ingenio ni capacidad para las cosas materiales y físicas, ni hablar de nuevas invenciones como la imprenta, los cañones y otras técnicas para la guerra." [p.106]
Además para Lutero a todo lo anterior todavía se le suma, que es en su época que el papa romano ha desplazado a Cristo, usurpando su lugar. Una situación límite que va acompañada de gruesos pecados como inmoralidad, asesinatos, infidelidad, avaricia y otros, "porque -así lo percibe Lutero- ya no hay vergüenza ni temor y todo llega hasta el exceso." [ibid.] Por eso la referencia de Cristo a la preponderancia absoluta de la preocupación por las actividades mundanas como señal previa a su segunda venida (cf. Lc 17:27s.) para él es una de las razones que le confirman la cercanía del final. A ello se suma Mateo 24 (vs.15) con su referencia a la abominación del anticristo:
"... tal como actualmente ocurre bajo el papado con total libertad, de la manera más desvergonzada, más tiránica y más desesperante, ... es ese aspecto el que en especial -dice Lutero- me obliga a creer firmemente, que Cristo habrá de venir pronto."
Porque, si
"... sólo fuera inmoralidad, igual que antes del diluvio, o simple pecaminosidad mundana como en Sodoma, yo no opinaría que a causa de esto el día final iba a estar por llegar. Pero destruir, eliminar, condenar, blasfemar todo servicio a Dios, palabra de Dios, sacramento de Dios, hijos de Dios y todo lo que pertenece a Dios, y colocar en su lugar al diablo, adorarlo y honrarlo, tomando sus mentiras por palabra divina, eso será lo que le pondrá un punto final antes de percibirlo uno siquiera -de esto no tengo duda alguna." [p.107]
Sin embargo, no es sólo la percepción del colmo de excesos en el ámbito histórico-social y religioso lo que cimienta la certeza de Lutero sobre la inminencia del fin; su época -afirma- está experimentando simultáneamente todas las señales cósmicas a las que hace referencia Mt 21:25
"Todo se da de golpe. Es así que también hemos visto cometas y hace poco cayeron muchas cruces del cielo y en medio de todo eso surgió la nueva e inaudita enfermedad de los franceses [= sífilis] ... Además está la bestia terrible, que hace pocos años el Tíber arrojó [a sus orilla] en Roma, con cabeza de asno, pechos y vientre de mujer, un pie de elefante por mano derecha y escamas de pez en las piernas, además de una cabeza de dragón en el trasero, etc.[15]Con ella se anunció al papado, la enorme ira y el castigo divino. Este cúmulo de señales anuncia algo más grande, de lo que toda razón puede imaginar." [p.113s.]
Pero, demostrando cautela, Lutero reconoce no saber todavía cómo identificar esa "conmoción de las huestes de los cielos" que Mateo [21:26] menciona como señal previa al fin. No obstante, deja entrever la posibilidad de que quizás se trate de la gran conjunción de varios planetas, que los astrónomos venían pronosticando para "dentro de dos años". Con esta referencia Lutero remite a temas y vaticinios que se venían debatiendo ante la opinión pública de su época.
De hecho, se han conservado varios grabados que permiten visualizar el tipo de expectativas e imágenes (apocalípticas) que permeaban la mentalidad religiosa de Lutero y sus contemporáneos en los años previos a 1524. Ya en 1488 el astrólogo Johann Lichtenberger había publicado un Pronóstico [= horóscopo] en el que vaticinaba que, bajo el influjo de una gran conjunción de los planetas Saturno y Júpiter, en un futuro no demasiado lejano se producirían enfrentamientos entre los distintos estamentos del imperio y profundas transformaciones en la sociedad.[16] También Johann Stoeffler -astrónomo en Tubinga- predijo en 1499 esa conjunción y la de varios planetas más, llamando la atención sobre los dramáticos efectos que esto debía producir sobre las fuerzas de la naturaleza y la realidad social.[17]
En 1507 y 1508 se publicaron dos panfletos de Joseph Grünpeck, con xylograbados que ilustraban las terribles amenazas y los cambios profundos que -según este autor- se avecinaban para la sociedad de su tiempo. Ambos panfletos fueron reeditados en 1520 y 1522 y así volvieron a circular entre el público los inquietantes grabados que ya habían ilustrado la primera edición.
La portada del primer panfleto[18] [ver ilustración 4] muestra un cuadro de desolación apocalíptica con un paisaje que, por la silueta de la ciudad y las ropas de la gente, se muestra como contemporáneo a los lectores. Sobre una mitad del cielo dos jinetes con armadura y blandiendo sus espadas, encabezan un inmenso ejército que entre las nubes pareciera estar descendiendo sobre la ciudad amurallada. Tres lanzas atraviesan la otra mitad del cielo donde, iluminados por relámpagos se mezclan en una desordenada caída una columna, tres monstranzas, varias cruces, piedras y un látigo con tres flagelos. A su vez, la corona de espinas, el hisopo, la lanceta, un clavo, un dado y un azote (de varas secas) recrean el clima de la pasión de Cristo. Detrás de los elementos que caen sobre la ciudad y rodeado por un halo, el sol ilumina escenas de muerte y destrucción en la tierra. De un lado del cuadro y arrastrando cadáveres, se levanta amenazante la ola de una inundación. Del lado opuesto un ahorcado cuelga de la copa de un árbol seco, mientras otro individuo prepara una soga para más colgamientos. Atrapada desde todas partes por la muerte una madre desolada mira los cadáveres apilados frente a ella y punzón en mano está por sacrificar a su bebé, para evitarle tales sufrimientos.
El mundo amenaza con entrar en una crisis final donde instituciones sólidas como la iglesia, parecen estar destinadas a hundirse. Así lo sugiere la portada del segundo panfleto[19] [ver ilustración 5], en el que la nave de la cristiandad -a toda marcha- acaba de encallar; partido en dos su casco empieza a desaparecer bajo las aguas. La proa -con el papa pidiendo auxilio en medio de su séquito (un cardenal, un obispo y un monje)- se está hundiendo primero. En la popa, pero aparentemente sin advertir el peligro, el emperador y el poder secular continúan sosteniendo henchida la vela, camino a un desastre similar. Entre las ilustraciones más desafiantes que se encuentran en este segundo panfleto de Grünpeck, se destaca la que coloca de cabeza el orden social imperante [ver ilustración 6]. Un campesino celebra misa ante el altar de una iglesia invertida, mientras el cura párroco y un monje se dedican a roturar los campos.[20]
En 1521 Johann Carion -historiador, matemático y astrólogo en la corte del príncipe elector Joaquín I de Brandeburgo- volvió a publicar un Pronóstico en el que, basándose en la gran conjunción de los planetas, vaticinaba la irrupción de una gran inundación para el año 1524.[21] El xylograbado [ver ilustración 7] de la portada (fechado en 1521) está compuesto por tres cuadros: el primero muestra una ciudad arrasada por los aguaceros que se abaten sobre ella desde el cielo; en el cuadro contiguo se ve una ciudad iluminada por un astro tan brillante como un cometa. Ambos fenómenos naturales brindan el marco para la escena que aparece en el tercer cuadro más grande. Allí, ante los ojos del emperador -que pasivo mira a través de los dedos de su mano- y de un cardenal -que pide auxilio con los brazos levantados al cielo-, dos guerreros blanden sus espadas, prontos para decapitar al pontífice romano, que tienen arrodillado frente a ellos.[22]También en la portada de otro horóscopo similar -publicado en 1523[23] [ver ilustración 8]- parece el tema de las aguas arrasadoras. Se ve una gran ciudad amenazada por los vientos, la lluvia y el granizo que caen sobre ella. A su vez, el río que frente a ella se ha salido de su cauce y arrastra a gente en su correntada -a punto de morir ahogada. La escena retratada en el primer plano del cuadro no está muy clara, pero bien podría tratarse de los momentos previos a la ejecución de dos personas arrodilladas frente a un verdugo (?).
Sin lugar a dudas la portada que de manera más detallada y explícita confrontó al público de aquella época con los peligrosos tiempos que se vaticinaban para 1524, fue la de un panfleto anónimo editado por la prensa de Hieronymus Höltzel en Nuremberg [ver ilustración 9].[24] La imagen -atribuída al artista nurembergués Erhard Schön[25]- combina la extraordinaria conjunción de planetas[26] en la constelación de Piscis[27] con diluvios arrasadores que inundarán la tierra[28]y el enfrentamiento violento entre los grupos sociales que actúan bajo el influjo de Saturno[29] o de Júpiter[30]. Además la presencia de un cometa [debajo de la cola de Piscis] sumada a las conjunciones de los planetas, se interpretaba como un indicio claro de una rebelión del pueblo campesino. Leonard R(e)ynmann -autor de este horóscopo- lo expresaba sin rodeos en el texto del panfleto en cuestión:
"...los campesinos y el pueblo común en muchos lugares formarán alianzas, se congregarán y se levantarán por encima y en contra de sus reyes, príncipes y señores -tanto del clero como de los seculares-; por todas partes se apropiarán, robarán y tomarán lo que les sea posible; no perdonarán a nadie, de modo que poca diferencia habrá entre ricos y pobres y de nada servirá defenderse o protegerse, ni con plomo, cera, cueros de oveja o de ternero, hasta tanto cada cosa se haya invertido, modificado o sufrido una profunda modificación."[31]
En base a tales vaticinios y al clima de confusión e inseguridad que se vivía en aquellos años, también Lutero -desde fines de 1521- compartía la opinión de que posiblemente apenas restaran unos pocos años más hasta la irrupción del día del juicio final. Más adelante, cuando la exitosa represión de los levantamientos y rebeliones campesinas (a lo largo de 1525/26), demostró que esa conmoción generalizada de la sociedad no había sido la tan temida antesala del fin de los tiempos, también Lutero volvió a dilatar el lapso que había de transcurrir hasta la irrupción del fin.
Después de 1526, la amenaza turca y el continuo avance de esta poderosa fuerza bélica hasta las murallas de Viena, comenzó a ser interpretado como nuevo y claro indicio de la inminente proximidad del gran desenlace final. En su Sermón de campaña contra los turcos (publicado a fines de diciembre de 1529) Lutero vuelve a recurrir a las especulaciones apocalípticas de la Biblia, como clave para interpretar los hechos históricos más inmediatos, que lo inquietan a él y a sus contemporáneos:
"...las Escrituras nos profetizan a dos tiranos crueles que, antes del día final, han de asolar y destruir la cristiandad. Uno espiritualmente, mediante artimañas o falso culto y doctrina en contra de la fe cristiana y el evangelio. Acerca de esto escribe Daniel en el capítulo 11 [vs. 36ss.] ... al que San Pablo llama anticristo en la segunda epístola a los Tesalonicenses, en el segundo capítulo [cf. 2 Ts 2:3]. Se trata del papa con su papado, ... El otro lo hará con la espada, de modo físico y externo, de la manera más horrible. De esto profetiza categóricamente Daniel en el capítulo 7 [vs. 25]. Y Cristo, en Mateo 24 [vs.21], se refiere a una tribulación sin igual en la tierra. Se trata del turco. Siendo, pues, inminente el fin del mundo, es preciso que el diablo ataque antes a la cristiandad con todo su poder en la forma más terrible, dándonos el verdadero golpe mortal, antes que subamos al cielo. Quien quiera ser cristiano en estos tiempos, cobre ánimo en Cristo y no piense en adelante en paz y sosiego. Ha llegado la hora de esa tribulación y profecía. Asimismo, tampoco está lejos nuestra confianza y consuelo en el advenimiento de Cristo y nuestra redención, sino que sobrevendrán inmediatamente... Por consiguiente, persevera y ten la certeza de que el turco es de seguro la última gran cólera del diablo contra Cristo, con lo cual llega al colmo y derrama toda su furia contra el reino de Cristo."[32]
Este texto de Lutero -al igual que los anteriores- revela que en el movimiento de Reforma protestante la visión de la realidad en términos apocalípticos, no fue el patrimonio exclusivo de los disidentes -como podría suponerse. En la mentalidad de la época -permeada por el lenguaje visual de la Biblia de un modo mucho más intenso de lo que hoy día somos capaces de captar- la perspectiva de un final apocalíptico de los tiempos era un elemento constitutivo en la lectura que tanto los sectores eruditos como la gente sencilla solía hacer de su realidad.
Sin embargo -como veremos a continuación- hubo ciertos énfasis en base a los que esta clave interpretativa común a la época, se volvió particularmente virulenta y subversiva en una de las vertientes de disidencia surgidas del movimiento de Reforma.
2. La simbología místico-apocalíptica de la hoz en la visión müntzeriana de la cosecha escatológica[33]
En el otoño de 1521 Tomás Müntzer difundió en Praga una breve y encendida apelación a los Bohemios para que -bajo su conducción- iniciaran la purificación de la iglesia hasta retornarla al ideal de sus inicios apostólicos.[34] En el texto -del que sólo se han conservado copias manuscritas- ya se percibe de qué manera Müntzer capta su propio momento presente como el instante propicio para la iniciación de la gran acción final y transfiguradora del mundo. En el último párrafo de suManifiesto de Praga -lleno de entusiasmo y autoconciencia profética- proclama:
"No requiero de ustedes otra cosa, a que con esmero aprendan la viva palabra de Dios de la boca misma de Dios. A través de ella ustedes mismo verán, escucharán y palparán, de qué manera el mundo entero ha sido engañado por los curas sordos. ¡Por amor a la sangre de Cristo, [Bohemia] ayúdame a luchar contra semejantes enemigos de la fe! Delante de los ojos de ustedes- yo los habré de vencer en el espíritu de Elías. Porque en el país de ustedes comenzará la nueva iglesia apostólica, y luego en todas partes. [...]"[35]
En otra versión manuscrita (la más breve) del Manifiesto, dice:
"... para poder señalarte visiblemente [Bohemia] mediante el espíritu de Elías, a los que te enseñaron a ofrecer sacrificios al ídolo Baal."[36]
La referencia a un accionar en el espíritu del profeta Elías en relación con los sacerdotes de Baal, no deja de ser significativa. Remite al auditorio a una purificación de la iglesia que requiere de la violencia física [cf. 1 R 18:40].
En ese último párrafo del Manifiesto a los Bohemios (en su versión más extensa) Müntzer además les advierte lo siguiente:
"Quien vaya a despreciar admonición semejante, ya mismo queda entregado a las manos del turco. Después de cuyo violento accionar habrá de regir el anticristo en persona, el contrario mismo de Cristo, quien a la brevedad entregará el reino de este mundo a sus elegidos por los siglos de los siglos [cf. Dan 7:27]."[37]
El clima de urgencia apocalíptica que respira todo ese manifiesto queda reforzado por el rol que Müntzer le adjudica a los turcos como instrumentos de Dios para el castigo de quienes ignoren su llamado a la acción purificadora de la cristiandad.[38] Después de la gran batalla contra los turcos daría comienzo el reinando del anticristo[39] hasta que se cumpliera la promesa de Daniel 7:26. A partir de ese momento el régimen (= gobierno) le sería transferido definitivamente a los Santos del Altísimo.[40]
Un poco antes de este párrafo que acabo de analizar, Müntzer ya le había aclarado a su auditorio en Bohemia, que "es en nuestro tiempo, que Dios quiere separar el trigo de la cizaña" [cf. Mt 13:24-30. 36-43]. Y con su expresivo lenguaje había ilustrado esa intuición, diciendo:
"¡Uy, uy, cuán maduras están las manzanas podridas! ¡Uy, uy, cuán quebrantados[41] están los elegidos! ¡Llegó el tiempo de la cosecha! Por eso Dios mismo me ha contratado para su cosecha. He afilado mi hoz, pues mis pensamientos con vehemencia apuntan a la verdad y mis labios, piel, manos, cabellos, alma, cuerpo y vida maldicen a los impíos."[42]
La figura de la hoz afilada está ligada a la amplia gama de imágenes bíblicas (vetero y neotestamentarias) asociadas con el tiempo de la cosecha. De todos los textos en los que aparece esa imagen, quizás el más significativo para Müntzer haya sido Apocalipsis 14:14-20.[43] En la versión latina de su Manifiesto de Praga, afirma:
"Contratado del cielo por un denario diario [Mt.20:2] afilo la hoz para recoger la cosecha [Ap 14:14-16]"[44]
Müntzer emplea la imagen de la hoz filosa en varias de sus obras posteriores, donde la combina con otros instrumentos (bíblicos) de roturación de la tierra y de cosecha: la "reja (del arado)", el "bieldo" y la "guadaña".[45]
En su Protestación o desafío (publicada a fines de 1523) da una interpretación compacta de la simbología que luce su sello personal [un corazón, roturado por la reja de un arado, y debajo las iniciales TM]. El proceso de purificación debe iniciarse en el interior de cada creyente:
"Porque mucha gente no reconoce la obra de Dios y piensa que se puede llegar a la fe cristiana fácilmente: apenas meditando lo que Cristo dijo. No, querido ser humano, tú debes soportar y reconocer cómo Dios mismo arranca tu maleza, los cardos y los espinos de tu campo fértil, esto es, de tu corazón. De otro modo nada bueno crecerá allí, sólo el furibundo diablo, transfigurado en luz y hermosas florecillas de trigal, etc. Aunque hayas devorado la Biblia, de nada te sirve, debes sufrir la afilada reja del arado [cf. Sal 129:3]."[46]
En este proceso de acrisolamiento interior[47] el cristiano auténtico debe arrancar la maleza (sus deseos mundanos, su apego a lo creatural, que lo distrae y aparta de lo esencial) para enfocar su fe, concentrándola solamente en Cristo. Mediante el proceso de quebrantamiento y templanza bajo la cruz, Dios va maleando y afilando a sus elegidos, igual como el campesino lo hace con la hoja de su hoz (o de su guadaña, o tb. de su podadera en el viñedo). Es desde esta lectura, que se capta el significado de una afirmación como la que Müntzer hace en su obra Explícito desnudamiento de la falsa fe(Nuremberg 1524). En dura crítica al clero que sólo busca obtener réditos económicos, Müntzer se refiere a Juan el Bautista ("el ángel que da testimonio de Cristo") como paradigma del predicador austero, desapegado de las pasiones carnales. Y continúa diciendo:
"Es sobre todo partiendo de ese fundamento que los predicadores han de saber quién se encarga de enviarlos a la cosecha (Mt 9, Juan 4) para la que Dios desde el comienzo de sus vidas los ha venido afilando como una firme guadaña o una hoz."[48]
Unos párrafos más adelante retoma la imagen de la cosecha escatológica, en un pasaje que guarda mucha similitud con el del Manifiesto a los Bohemios de 1521:
"La actual iglesia, de hecho, es una vieja ramera si se la compara con la que todavía debe ser levantada, ahora, cuando la cizaña tenga que sufrir el bieldo. Pues en todo momento es tiempo de cosecha, Mateo 9 [37s.]. Queridos hermanos, por todas partes la cizaña grita que todavía no es momento para cosechar. Ay, del traidor que se está traicionando a sí mismo."[49]
Müntzer sabe que los réprobos e impíos -los siervos de la gran ramera: Babilonia- niegan que sea el tiempo de la purificación, el momento de la cosecha escatológica [Ap 14]. Pero justamente con esa negación -mediante la que pretenden defender sus privilegios clericales- se están delatando a ellos mismos. Muestran que no están preparados para que los ángeles del Señor con sus bieldos los venteen en la trilla escatológica, pues como la paja serían separados del trigo y terminarían siendo quemados.[50]
La clave apocalíptica con la que Müntzer interpreta la realidad se ha vuelto subversiva, porque postula el enfrentamiento entre un sector del clero -que cómplice del poder goza de privilegios- y otro que ha optado por prescindir de ellos. Este último ha experimentado un proceso de purificación (interior) en el que Dios fue afilando sus personalidades, templándolas en la fe verdadera, y dejándolo listo para cortar la cizaña de impíos, cuan hoz peligrosamente afilada. Así -convertidos en ángeles del Señor- estos elegidos están en condiciones de blandir sus espadas en el proceso de purificación final del mundo, que en breve comenzará en la iglesia y en la sociedad, igualmente corruptas ambas.
"Una hoz corta -dice Bubenheimer- y por eso en el realismo simbólico de Müntzer, el juicio se ha de llevar a cabo de una manera concreta."[51]
En su Sermón ante los príncipes (sajones) [el 13 de julio de 1524] Müntzer intenta convencer a los regentes, de que ellos -a quienes Dios otorgó el poder de la espada según Rom 13- son los ángeles elegidos por Dios para ejecutar el corte justiciero de toda la maleza y cizaña que ha invadido el campo del Señor.[52] Sin vueltas les dice: "...ustedes son los ángeles, si es que se deciden a hacer lo correcto (2 P 1[vs.8])"[53] y les aclara a qué se refiere:
"...si queréis ser buenos gobernantes, debéis iniciar el gobierno desde las raíces y tal como lo ha ordenado Cristo. ¡Ahuyentad de los elegidos a sus enemigos! Porque vosotros sois el medio para ese fin. Amados, no nos deis excusas huecas [como] que [sólo] el poder de Dios debe hacerlo, sin la intervención de vuestra espada, ¡porque [esa espada] se os podría oxidar en la vaina![54]
Para Müntzer la espada es imprescindible, porque a los piadosos (los pobres campesinos que desde todas partes acuden a sus cultos en Allstedt) sólo se los puede defender aniquilando a los impíos (los secuaces de los señores feudales que les impiden acudir a los cultos). Dios les ha dado el poder de la espada a los regentes sajones (Rom 13)
"... para que eso ocurra de una manera recta y ordenada; así deben hacerlo nuestros estimados padres, los príncipes, que junto a nosotros confiesan a Cristo. Pero si no lo hacen, entonces la espada les será quitada -Daniel, en el capítulo 7 [vs.26]"[55]
Ya en su carta personal al príncipe elector Federico de Sajonia, escrita el 4 de octubre de 1523[56], Müntzer le había planteado que ese era su deber insoslayable de acuerdo a Romanos 13, advirtiéndole sobre el riesgo que corría si no lo asumía:
"Los príncipes no deben atemorizar a los piadosos. Mas si esto va a cambiar, entonces la espada les será quitada y le será entregada al ferviente pueblo, para perdición de los impíos, Daniel 7 [vs.27]. Entonces, esa noble joya -la paz- será quitada de la tierra -Apocalipsis 6 [vs. 12-17]."[57]
En la lectura de Müntzer, cuando los encargados de ejercer la coerción contra los que tiranizan a los rectos y piadosos no asumen ese rol, el pueblo común queda autorizado para ejercerla en su propia defensa. En ese mismo sermón, Müntzer volvió a desplegar la imagen de la cosecha apocalíptica tal como él la intuía. Cuando los malvados y los que tiranizan al pueblo de Dios no aceptan entrar en razones, entonces:
"No resta otra manera para que la iglesia cristiana vuelva a sus orígenes: hay que arrancar la cizaña de la viña[58] de Dios en el tiempo propicio para la cosecha. Entonces, el hermoso trigo colorado adquirirá raíces firmes y crecerá como debe -Mateo 13 [vs.24-30]. Mas los ángeles que para esto afilan su hoces, son los severos siervos de Dios, que ejecutan el fervor de la sabiduría divina, Malaquías 3 [1-5]."[59]
Hay que tener en cuenta, que en esa sociedad predominantemente agrícola, la hoz (o guadaña) era por excelencia el instrumento de los campesinos. De manera que cuando éstos -inspirándose en el mensaje del evangelio- comenzaron a reclamar un trato más justo de sus señores feudales, Müntzer fácilmente los pudo identificar con esos "rigurosos siervos de Dios", a los que él -revestido con el espíritu del Elías escatológico- debía convocar e inspirar con sus predicaciones.
En el subtítulo de su última publicación (la Altamente ocasionada defensa y respuesta contra la carne sin espíritu, que vive cómodamente en Wittenberg), impresa de manera clandestina en Nuremberg a fines de 1524, Müntzer -fugitivo y perseguido- afirma estar escribiendo:
"Desde la cueva de Elías, cuyo rigor de nadie se apiada, 1 Reyes 18, Mateo 17, Lucas 1 y Apocalipsis 11"[60]
Elías habló con Yahvé en la cueva sobre el monte Horeb [cf. 1 R 19:9-18]; allí recibió la instrucción divina sobre qué hacer y también la promesa final de Dios: yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron (vs.18). Para Müntzer -a esa altura de los acontecimientos- los teólogos de Wittenberg (Lutero, Melanchthon, Jonas, Bugenhagen) obviamente no actuaban en la fuerza de ese Espíritu. Ellos no aceptaban las revelaciones, no hablaban con Dios, y por eso ignoraban qué vendría y cómo debían actuar. Ellos (meros exégetas-escribas) sólo disponían de la letra muerta, y por eso no se avergonzaban de vivir en el disfrute de la comodidad material que les brindaba su buen pasar como profesores de teología. En cambio Müntzer (como Elías) estaba obligado a peregrinar de un lugar a otro, perseguido por los tiranos (los nuevos Acab y Jezabel[61]).
Cuando se leen los pasajes bíblicos adicionales a los que a continuación de esa frase remite Müntzer, la acción del Elías histórico en el monte Carmelo (1 R 18), es ampliada con dos claras referencias al Elías escatológico (Mt 17:11s.[62] Lc 1:17[63] y Ap 11:1-14). Queda claro, entonces, que Müntzer tenía la convicción de haber sido convocado -y de ser- uno de los dos testigos que el Apocalipsis anuncia para el tiempo inmediatamente previo al final. En la tradición cristiana medieval ambos testigos se identificaban con Elías y Enoc.[64]
Pero, hay un aspecto más que vuelve particularmente virulenta la perspectiva apocalíptica de Müntzer. Es su reiterada denuncia sobre la causa fundamental que está generando esa profunda falta de fe verdadera y conmoción en el seno de la sociedad de su tiempo. En su opinión no hay justicia social. En un pasaje de la Altamente ocasionada defensa Müntzer lo plantea sin ambigüedades:
"Mira, el caldo de cultivo sobre el que germinan la usura, el pillaje y la rapiña lo forman nuestros mismos señores y príncipes. Toman como propias a todas las creaturas: los peces en el agua, los pájaros en el aire y lo que crece sobre la tierra -todo les debe pertenecer a ellos, Isaías 5 [vs.8-30]. Después hacen circular el mandamiento de Dios entre los pobres, diciendo: ¡Dios ha ordenado: no robarás! Pero ya no tiene validez, porque ellos le han provocado carencias a todas las personas: al pobre campesino, al artesano; exprimen y despellejan a todo ser viviente, Miqueas 3 [vs.1-12]; mas cuando [el pobre] se apropia de una ridícula pequeñez: ¡que lo cuelguen!. Y el doctor Lutrucos [=Lutero] les da su Amén.[65] Son los señores mismos los que hacen que la gente pobre se les vuelva enemiga. Pues si se niegan a erradicar la causa de la sublevación, ¿cómo será posible que a la larga se llegue a buen fin? Mas si lo digo yo, se me tiene por subversivo; sea pues."[66]
Una situación que no sólo afecta a los campesinos en las áreas rurales, sino también a los artesanos en las urbes. En una carta que Müntzer escribe desde Nuremberg (a fines de noviembre de 1525), dice:
"Mucha gente del pueblo en N[uremberg] me aconsejó que predicara, y yo les dije que no era para eso que había venido, sino a defenderme a través de la palabra impresa. Cuando los señores se enteraron de esto, les sonaron los oídos, porque los días fáciles son los que les gustan. Para ellos el sudor de los artesanos tiene un gusto dulce, dulce; pero se va transformando en hiel amarga. No les ayudará objeción ni dilación alguna; la verdad tiene que prorrumpir. De nada les sirve [a los señores] fingir que aceptan el Evangelio. La gente está hambrienta, necesita y va a comer -como dice Amós y Mateo 5."[67]
Müntzer sabe, que esa explotación a la que los señores feudales y el patriciado urbano somete a los grupos de menores recursos, es el motivo que aparta a campesinos y artesanos de Dios, el obstáculo para que puedan avanzar en el proceso interior de purificación y salvación. Por eso, cuando Müntzer ve que la sublevación de los sectores de bajos recursos afecta los bienes materiales y la propiedades de los poderosos, lo interpreta como un paso correcto:
"Está a la luz del día, cuán amigablemente Dios le permite a los suyos castigar a los enemigos afectando únicamente sus bienes materiales, con los que desde el comienzo obstaculizaron el reino y la justicia de Dios -como Cristo mismo lo comprueba en Mateo 6 con sólidas razones. ¿Acaso sería posible, que con tal preocupación por causa de los bienes temporales, la gente común alguna vez estuviera en condiciones de recibir la pura palabra de Dios con el corazón despreocupado?[68]
Esta selección de textos, pone de manifiesto que la crítica profético-apocalíptica de Thomas Müntzer al orden de cosas presente, no sólo se dirige en contra de la impiedad religiosa de los tiranos, sino también en contra de su insaciable avidez económica. Con ella obstaculizan el acceso de los indigentes a una fe auténtica. Y es exactamente en este punto, donde -en todas las épocas- la clave apocalíptica cristiana se vuelve virulenta, porque desestabiliza el orden social imperante. No sólo percibe la existencia de la tremenda desigualdad entre ricos-poderosos y pobres-impotentes, sino que opera la identificación histórica de cada uno de esos sectores con las categorías bíblicas (réprobos vs. elegidos) que intervendrán en la transformación (violenta) de esa realidad en una nueva era de justicia. Aquí radica el aspecto medular que diferencia a los apocalípticos radicales de los inofensivos.[69]
3. Los protagonistas de la cosecha y la purificación final.
El proceso de interpretaciones divergentes (subversivas o inofensivas) en cuanto a quiénes serán los ángeles que blandirán sus hoces y guadañas en la cosecha escatológica, se puede rastrear en las distintas ilustraciones que artistas de la época hicieron del pasaje de Apocalipsis 14:14-20. Todos ellos ubicaron las imágenes que les sugería el texto bíblico en el marco de su realidad presente y cotidiana. Los personajes, las profesiones retratadas, los edificios y las vestimentas son las de la época de los mismos artistas y su público.
Alberto Durero[70] -quien en 1498 publicó su magistral secuencia de 14 xylograbados sobre el Apocalipsis de Juan- retuvo las hoces en el cielo [ver ilustr. 10]. Sólo el Hijo del Hombre en su trono de gloria y uno de sus ángeles laderos sostienen en sus manos los afilados instrumentos de corte para la cosecha final.[71]
En cambio Lucas Cranach -en la serie que elaboró para ilustrar la edición en 1522 del NT traducido por Lutero- bosquejó una composición en donde la cosecha escatológica ha quedado trasladada a la tierra (el castillo en el horizonte del cuadro no deja dudas al respecto) [ver ilustración 11]. El Hijo del Hombre le entrega las hoces a sus enviados celestiales, y éstos -identificados por sus alas como seres celestiales- bajan a la tierra para emprender con podadera y hoz la vendimia y la cosecha escatológicas. La ausencia de alas que se observa en los dos obreros del lagar, deja abierta la posibilidad para una “cooperación” humano-celestial en el proceso de purificación y transfiguración final de la sociedad. Bubenheimer[72]señala que otros artistas -en sus recreaciones de esta composición de Cranach para reimpresiones de la Biblia- le agregaron alas a ambos obreros, eliminando cualquier duda al respecto. Así por ejemplo Hans Holbein (Basilea: 1523) se las agregó al que pisa los racimos en el lagar. Una ilustración posterior, para una edición impresa en Wittenberg en 1534[73], incluso le agrega “alitas” al obrero que carga el cuévano.
En tal sentido resulta particularmente significativo que fuera un destacado artista de Nuremberg -quien mantuvo contacto directo con los disidentes que recalaban en esa importante ciudad- el que modificó la propuesta de visualización que venía de Wittenberg. En la ilustración que Barthel Beham diseñó para la reedición de la traducción de Lutero impresa por Hans Hergot (publicada en 1524), el segador que blande su hoz es un campesino [ver ilustración 13]. Según Bubenheimer ello se debe a que el artista decidió llevar a la imagen una interpretación precisa y literal del texto bíblico. En base a la misma Beham habría corregido los “errores” en la composición de Cranach, que le sirvió como modelo:
a)   A diferencia de la imagen de Cranach (donde para subrayar la sola iniciativa de Cristo en cuanto al momento en que se dará inicio a la cosecha, es el Hijo del Hombre quien imparte la orden al ángel arrodillado a sus pies), Beham se atiene al texto bíblico, donde es el ángel que sale del templo, quien le ordena al Hijo del Hombre "meter su hoz y segar" (Ap 14:15). Por eso Beham modifica la postura del ángel con respecto al juez universal sentado sobre la nube, convirtiéndolo en protagonista.
b)   Como el texto no dice que sea un ángel el que se encarga de efectuar la siega en la tierra, Beham -perceptivo al mensaje de disidentes apocalípticos como Müntzer y Hans Hut (que estuvieron en Nuremberg)- muestra sus simpatías por las reivindicaciones campesinas y coloca la hoz filosa en manos de un jornalero rural. La actitud devota del mismo -que lo identifica como un piadoso elegido de Dios- queda indicada por trabajar arrodillado (una postura irreal en la tarea de la siega; ver ilustración 14).
c)   Como el texto bíblico es muy claro en cuanto a que es el segundo ángel (Ap 14:18) que exige y finalmente se ocupa de la vendimia, Beham pone la podadera en manos de un ser celestial. Pero vuelve a sugerir la participación de los simples elegidos de Dios en la vendimia (y cosecha) escatológica, al dejar que el lagar lo pise un vendimiador humano y el cuévano también lo cargue un ser de carne y hueso.
Esta tarea interpretativa de Bartel Beham pone de manifiesto, que hacia finales de 1524 en Nuremberg incluso intelectuales destacados como este círculo de discípulos de Alberto Durero, eran receptivos a una lectura del Apocalipsis en clave müntzeriana. Los ángeles que estaban afilando sus hoces para la inminente siega final, los "severos siervos de Dios", eran simples trabajadores rurales; ellos aplicarían "el rigor de la sabiduría divina" en la definitiva transformación del mundo.
4. Hans Hut y el sellado de los elegidos antes del final
La escalada de conflictos provocada por la tensión social y religiosa en la región de Turingia a comienzos de 1525[74]alcanzó su pico a mediados de mayo de aquel año. En ese momento diferentes mesnadas de campesinos sublevados, que se habían congregado en los alrededores de la pequeña ciudad rural de Frankenhausen, quedaron frente a frente con las tropas mercenarias, que los señores feudales de la región habían hecho converger sobre aquel lugar. Müntzer -quien desde su base en la ciudad imperial libre de Mühlhausen había ido asumiendo un papel cada vez más importante en la sublevación- acudió a Frankenhausen con un pelotón de 300 combatientes, emulando al Gedeón bíblico. Una vez allí predicó a los campesinos acampados sobre el cerro en las afueras de la ciudad, diciéndoles que:
"...Dios todopoderoso quería purificar el mundo ahora y que por eso le había quitado el poder a las autoridades y entregado ese poder a los súbditos. Que por lo tanto las autoridades se debilitarían -como ya lo estaban- y que cuando las autoridades les vinieran con pedidos [de acuerdos], ellos nada debían creerles, porque las autoridades no iban a respetar lo que acordaran con ellos. Que además, Dios estaba del lado de los campesinos porque en cada uno de sus banderines llevaban pintado un arco iris ... que era la [señal de la] Alianza de Dios.
Durante los tres días previos al combate, en los que Müntzer les estuvo predicando de esa manera a los campesinos, en todo momento en el cielo se vio un arco iris rodeando al sol. Müntzer les señalaba ese arco iris a los campesinos alentándolos y diciéndoles que ahora veían el arco iris, la alianza y la señal de que Dios estaba con ellos; que pelearan pues con decisión y que fueran valientes."[75]
El lunes 15 de mayo de 1525 la desproporción entre el potencial bélico de uno y otro bando terminó por decidir la situación. Los señores feudales iniciaron un ataque que derivó en masacre, ya que del total de los campesinos allí reunidos se estima que apenas 600 fueron hechos prisioneros, mientras casi 6.000 fueron asesinados en unas pocas horas. La mayoría de ellos por la espalda, mientras desesperados bajaban corriendo del cerro para refugiarse dentro de los muros de la ciudad de Frankenhausen. Las bajas entre las tropas mercenarias se estiman en apenas seis combatientes.
También Müntzer -que había logrado refugiarse en la ciudad- cayó prisionero. Después de intensos interrogatorios ante los señores feudales vencedores y de declarar incluso bajo tortura, tanto él como su colega (en Mühlhausen) Heinrich Pfeiffer fueron decapitados el 27 de mayo de 1525. Sus cabezas, clavadas en altos palos, se exhibieron ante los portones de la vencida y castigada ciudad de Mühlhausen, como señal de advertencia y escarmiento para los simpatizantes de ambos predicadores.
Pero incluso después de esta victoria tan aplastante las autoridades continuaron reprimiendo duramente a los sectores campesinos y urbanos de menores recursos involucrados en los alzamientos. No obstante, la situación en Turingia (y también en Franconia) no se volvió a apaciguar. El 31 de marzo de 1527 una circular de los príncipes electores sajones a sus funcionarios revela, que a casi dos años de aquella masacre aún subsistía una preocupante actividad disidente y contestataria entre aquellos sectores.
"Constatamos -dice el bando de los príncipes sajones- que de parte de los campesinos prófugos que participaron en la anterior sublevación y revuelta, se llevan a cabo actividades varias con apariencia de buenas; y éstos se atreven... a reunirse y congregar a otros, les predican y los apartan de la obediencia que deben a sus autoridades, extraviándolos del camino a la salvación."[76]
Un poco antes, el 18 de marzo de ese mismo año, el burgomaestre y el consejo de la poderosa ciudad imperial libre de Nuremberg (en Franconia) habían enviado una advertencia a la ciudad libre de Ratisbona (en Baviera), alertando a sus autoridades sobre
"... varios malandrines [Buben] que recorrían el país... con el objeto de establecer una perjudicial y dañina nueva facción, alianza o hermandad..."
Entre los aspectos más nocivos de su doctrina, los patricios de Nuremberg enumeraban: la práctica del rebautismo, el desprecio por el sacramento del cuerpo y sangre de Cristo, la confianza en una salvación universal que incluía al diablo y la expectativa de
"... que en breve Cristo volverá a la tierra para iniciar un nuevo reino, castigando con la muerte a todos los impíos -los no cristianos o quienes no integran su hermandad- y preservándolos únicamente a ellos (pues sólo ellos se consideran cristianos), y además se creen destinados a ejecutar y exterminar a todas las autoridades, para que haya un solo pastor y un solo redil [cf. Ez 37:21-27]."[77]
Acto seguido, los patricios de Nuremberg, denuncian como líder más destacado de esa peligrosa facción a un tal Hans Hut, que describen como:
"... individuo alto, de estampa campesina, con un pequeño bigotito claro debajo de la nariz y pelo castaño corto. Su vestimenta consiste de un sacón de montar de lana, en ocasiones gris, otras veces negro, un ancho sombrero negro y pantalones grises. De él se dice que alguna vez fue librero ambulante y que lo expulsaron [de su aldea] alejándolo de su esposa e hijos."[78]
El 26 de marzo de 1527 -día en que en Nuremberg se decapita al predicador de la cercana aldea Eltersdorf, Wolfgang Vogler, por encontrarlo culpable de sedición[79]- el consejo de la ciudad envía una circular muy similar, pero esta vez para alertar a las autoridades de la ciudad imperial libre de Augsburgo. A la descripción de Hut que habían enviado a Ratisbona, ahora le agregaban un nuevo dato muy comprometedor: Hut habría estado ligado a Thomas Müntzer en Mühlhausen.[80]
Hans Hut (±1490 - 1527)[81] fue uno del medio millar de prisioneros que logró escapar a las ejecuciones en Frankenhausen. Pero no se desanimó por lo que había visto y vivido allí. Apenas unas semanas más tarde (alrededor de pentecostés de 1525) se lo encuentra predicándole a la gente en su aldea de Bibra, diciendo que los súbditos debían aniquilar por completo a las autoridades, porque ahora era el tiempo justo y a ellos les había sido entregada la espada para hacerlo.[82] Pero a medida que la sublevación campesina era reprimida y dominada por las autoridades feudales, Hut fue abandonando este mensaje. En el correr de la segunda mitad de 1525 buscó una nueva clave para reinterpretar la marcha de los sucesos después de la derrota y en medio de la tremenda represión que seguían soportando los campesinos.
Las cabezas empaladas de los líderes Müntzer y Pfeiffer confirmaban que sus cadáveres no habían sido sepultados. Entonces, -para Hut- ellos habían sido los dos profetas-testigos mencionados por el Apocalipsis, cuyos cuerpos permanecerían insepultos durante tres días y medio [Ap 11:9]. De acuerdo a ese mismo texto ambos profetas debían predicar durante 1.260 días (= 3½ años) antes de ser asesinados [Ap 11:3]. Basándose en ese dato y calculando hacia atrás desde la fecha de la ejecución de Müntzer y Pfeiffer (fines de mayo de 1527), Hut lograba hacer coincidir el comienzo del proceso que debía desembocar en el juicio final, con las postrimerías del año 1521. Exactamente esa había sido la época en la que Müntzer lanzaba su Manifiesto a los Bohemios y también el momento en que los “Profetas de Zwickau” comenzaron a anunciar, que una gran transformación sobrevendría dentro de apenas siete años. Así, para Hut y otros campesinos que habían estado involucrados en la sublevación, los datos de la realidad -iluminados con la intelección correcta de la Biblia, que les daba el Espíritu divino- seguían encajando en el “guión” del gran drama apocalíptico que les ofrecían los libros de la Biblia. La muerte violenta de ambos testigos sobre la mitad del período de siete años previo al fin, les confirmaba que ya no podían restar más de otros tres años y medio hasta la irrupción del tiempo de la cosecha escatológica, anunciado en Apocalipsis 14.[83] Incluso era posible que el tiempo que restara hasta el fin fuera acortado "por causa de los escogidos" [cf. Mt 24:22]. Además la parábola de la higuera [Mt 24:32] sugería la primavera como estación propicia para la irrupción del día final. Por ende, según los razonamientos de Hut y sus seguidores, la parusía podía tener lugar alrededor de la fiesta de pentecostés de 1528.
Sin embargo, aun quedaba otro aspecto de la perspectiva apocalíptica müntzeriana, que la derrota de los campesinos obligó a modificar a Hut. Los campesinos, el pobre pueblo común, ya no se podía seguir identificando sin más con las huestes de elegidos de Dios encargados de llevar a cabo la cosecha. Retomando intuiciones que ya Müntzer había empezado a desarrollar en su última carta a los de Mühlhausen antes de ser ejecutado[84], Hut interpretó que los objetivos de los campesinos en sus enfrentamientos con las autoridades feudales, habían estado teñidos de egoísmo e intereses materiales. Esta motivación espúrea -contraria a la búsqueda de la sola honra y gloria de Dios- había sido en definitiva la que los hizo fracasar.
Continuando con un enfoque al que ya se había acercado hacia mediados de 1524 (cuando tomó en serio los reparos de Karlstadt y Müntzer ante el bautismo de párvulos y postergó el bautismo de su hijo[85]) Hut se fue contactando con grupos anabaptistas.[86] Entre estos hermanos y hermanas Hut detectó la fe probada y acrisolada en el dolor de la persecución, una fe auténtica que se manifestaba en el desapego a los bienes materiales y a la propiedad. Hut reconoce que él,
"...nunca convenció a nadie para que vendiera sus bienes; pero que sí enseñaba, que quien tenía abundancia debía ayudar al indigente; y que era cierto que varios -que tenían recursos- habían vendido sus campos, viñas y otras cosas, entregando lo recaudado a los hermanos que eran pobres."[87]
Entonces, los "severos siervos de Dios", los elegidos para blandir las afiladas hoces en la cosecha final, saldrían de los anabaptistas -de los que varios, de hecho, habían sido reclutados entre los sobrevivientes de las mesnadas de campesinos sublevados y derrotados en 1525. Por eso la comprensión del rebautismo desarrollada y practicada por Hut, difería de la de Hans Denck y otros líderes anabaptistas (como Ludwig Hätzer o Balthasar Hubmaier). En la propuesta de Hut, el “secreto del rebautismo” radicaba en su íntima conexión con las expectativas apocalípticas radicales del grupo de seguidores -las que tanto Denck como Hubmaier no compartían.[88] Hut sentía que era un profeta enviado por Dios[89] y tanto él como sus seguidores tenían en alta estima los sueños y las visiones -pues consideraban que en esos tiempos postreros Dios le revelaba sus designios a sus elegidos de esa manera.[90] Posiblemente Hut se identificaba con el "varón vestido de lino con el tintero a su cintura" [Ez 9:1-11], al que Yavé encomienda marcar con una señal en la frente a los que sufren por las abominaciones que se cometen en medio de ellos. Por eso Hut con su rebautismo "sellaba" a los elegidos del Señor para que fueran preservados en medio de la devastación hasta el momento de la liberación final [Ap 7:3; Ez 14:22s.; Dan 12:6s.[91]]. Por eso él y sus discípulos "bautizaban" marcando una cruz con sus dedos mojados sobre la frente del elegido o la elegida.
En el curso del largo proceso incriminatorio que las autoridades de Augsburgo llevaron en contra de Hut, fueron recabando informaciones complementarias de otras partes sobre su actividad y su mensaje. De esta forma lograron acumular cada vez más evidencias en su contra, en especial sobre su actividad soliviantadora y sediciosa. Percibiendo que su situación estaba muy comprometida, Hut parece haber iniciado un incendio en su celda para intentar fugarse en medio de la confusión. Sin embargo, su intento fracasó y él murió el 5 de diciembre de 1527 a consecuencia de la grave intoxicación por humo que sufrió, al no lograr zafar de sus grilletes mientras el fuego que habían prendido se apoderó de su camastro y de sus ropas. No obstante haber fallecido ya, las autoridades de Augsburgo proclamaron su sentencia de muerte y decidieron que su cadáver fuera incinerado
"... por no haber respetado el sagrado bautismo de párvulos ... y haber planteado otros artículos dañinamente engañosos, sediciosos y herejes ..."[92]
La amenaza que predicadores itinerantes como Hans Hut representaban para el orden político y eclesial imperante, se percibe muy bien, cuando se leen las confesiones que las autoridades arrancaron a algunos de sus seguidores. Mientras en Augsburgo se lo interrogaba a Hut, en Nuremberg se lo indagaba a Ambrosius Spittelmaier -un adherente suyo. Éste, en su confesión sobre las expectativas finales del grupo al que adhería, dijo:
"... la higuera está floreciendo junto con los demás árboles, y muy pronto vendrá el verano y con él la liberación de los piadosos..."[93]
En respuesta a otra pregunta vinculada con la manera en que creían iban a suceder las cosas en un futuro inmediato, Spittelmaier explicó:
"Dios pronto suscitará a un pueblo, ..., serán los turcos, y toda la gente será atormentada y angustiada ... por sus ataques; y de golpe sobrevendrán peste, carestía y guerra y todas las calamidades desde el firmamento; entonces los ricos considerarán impuras sus riquezas, bienes y dinero y los echarán a las callejas, vestirán ropas ásperas y harán penitencia, pero de nada les servirá, porque a Dios esa penitencia no le agrada (Ezequiel 7, Daniel 7, Lucas 21)."[94]
Aquí aflora cierta aversión de estos anabaptistas radicales por los ricos, que es tematizada por Spittelmaier en otro pasaje de su confesión del 23 de octubre de 1527, cuando se refiere al juicio final:
"... cada cual habrá de rendir cuentas sobre sus palabras, obras y los pasos que siguió; sobre cómo vivió cada día y cada hora; sobre cada peñique: cómo lo obtuvo, cómo lo retuvo y cómo lo volvió a gastar; sobre el uso que le dio a cada creatura; sobre el modo en que obtuvo su pan. También los poderosos de este mundo, en especial príncipes y señores, obispos y párrocos [rendirán cuentas]: sobre cómo gobernaron a sus súbditos a la manera de ovejas de las que tomaban la lana, sobre cómo utilizaron la tierra y cómo ejercieron su poder; allí no habrá acepción de personas y no habrá procurador, ni oro o plata capaz de ayudarles, ..."[95]
El momento del juicio final -al que se llega con la invasión y victoria de los ejércitos turcos- es vislumbrado simultáneamente como momento de liberación para los fieles que sufren y momento de sometimiento de los poderosos a la incorruptible justicia divina. A su vez, la ejecución del castigo final a los condenados por el tribunal divino -y Spittelmaier lo acepta sin rodeos- será responsabilidad de los justos (los "sellados") del Señor. Cuando el fin del mundo ya casi esté llegando a su culminación:
".... entonces los justos que todavía restan en el mundo -en apenas un instante- se reunirán viniendo desde todos los confines y ejecutarán a todos los impíos que estén con vida: uno [matará] a mil, dos a diez mil; Dios le dará la directiva a los suyos (1 Cor 15, las dos epístolas a los Tesalonicenses)."[96]
Estos detalles formaban parte de las enseñanzas secretas de los anabaptistas radicales. Marx Mayr (oriundo de Alterlangen) -que había asistido a la reunión de anabaptistas celebrada el 20 de agosto de 1527 en Augsburgo con Hans Denck, Ludwig Hätzer y Hans Hut- lo confirma en su confesión de agosto de 1530. Mayr reconoce que allí ellos habían dicho,
"... que las autoridades no obraban bien con respecto a la gente pobre y que le imponían demasiadas cargas; y que si Dios les daba la directiva, entonces ellos castigarían y eliminarían esa lacra y amonestarían; que Cristo les daría la directiva."[97]
Los textos de los que disponemos para ilustrar la importancia de este aspecto social no son muchos, pero suficientes para comprobar que la expectativa apocalíptica de estos grupos estaba teñida de una intensa crítica económica. La itinerancia misionera de Hans Hut y sus seguidores entre los prófugos y simpatizantes de las sublevaciones campesinas en Franconia primero, y luego entre los sectores del artesanado urbano de menores recursos en las regiones de habla alemana surorientales, incluía la denuncia del orden de cosas presente con sus extremos de opulencia y miseria como una realidad injusta y caduca a los ojos de Dios. Las críticas más duras de Hut -de las que tenemos referencia- apuntaban al clero, por considerárselo cómplice y legitimador de esa realidad. Y si bien es cierto que esa crítica socio-económica en el discurso de Hut aparece en forma solapada, cobra más cuerpo y nitidez cuando se la lee sobre el trasfondo de las confesiones arrancadas a sus seguidores. Hut la formuló en la introducción a su librito “Sobre el secreto del bautismo” (de circulación manuscrita):
"Por eso, mis queridísimos hermanos en el Señor, si quieren aprender verdaderamente los juicios de Dios y los testimonios de la sagrada Escritura, no presten atención al griterío de quienes predican por dinero[98], sino miren a los pobres, a los que el mundo rechaza, a los que -según el ejemplo de Cristo y los apóstoles- son acusados de fanáticos y diablos. Escúchenlos a ellos ... Porque nadie podrá aprender los secretos de la sabiduría divina en los antros homicidas o las covachas de bribones, como pretende hacerse en Wittenberg o París. Tampoco se los aprende en las mansiones de los señores ni en las grandes prebendas [de las catedrales]. Porque la sabiduría de Dios no habita allí donde vive el hermano vida fácil [Bruder Sanftleben]."[99]
5. Conclusión
Entonces, una posibilidad de explicar la diferencia por la que preguntábamos al principio, es suponer que uno de los sectores (el del movimiento de “Reforma oficial”) asumió el esquema de especulaciones apocalípticas propio a su tiempo, pero rechazó la intervención terrena de los elegidos en esa dinámica de purificación y transfiguración final de la realidad. Para quien -como Stifel o Lutero- adhiere a ésta perspectiva, la irrupción del tiempo final puede llegar a percibirse como estando muy cerca, pero dejando que la acción (purificadora) la realicen los celestiales ángeles del Señor [cf. las ilustraciones de Durero y de Cranach]. En medio del torbellino de acciones violentas que perciben a su alrededor y de la tribulación que soportan, los que permanecen fieles al Altísimo resisten paciente y pasivamente como espectadores; apenas podrán orar pidiéndole que les acorte el tiempo de su tribulación. Por eso, cuando sus cálculos no se cumplen [como en el caso de Stifel], el orden político-religioso imperante -que no es ajeno a la mentalidad apocalíptica que impregna la época- a lo sumo los detiene por perturbar el orden público. En definitiva se trata de individuos religiosos que son leales y funcionales a ese orden. (Sus opositores dirán que son cómplices del mismo).
En cambio los disidentes (la “periferia radical” del movimiento de Reforma) -movidos desde la experiencia de su marginación e impotencia histórica y con la urgencia que les impone su demanda de pronta justicia- asumen el esquema bíblico-apocalíptico que les ofrece su tiempo, pero al modo de un “guión” concreto para intervenir ellos mismos en su ejecución y desarrollo. Esta participación activa los convierte en elementos disfuncionales y subversivos. Con su proclamación y sus acciones -que ellos aceleran o retardan, según cómo se vayan dando los acontecimientos- buscan presionar en favor de una inminente irrupción del reino. Ellos mismos -luego de haber acrisolado su propia fe en un proceso interior de purificación- se sienten (ángeles) enviados, que el Señor contrata para separar el trigo (los santos) de la cizaña (los réprobos y los tiranos) en su cosecha final [cf. la ilustración de Beham]. Por eso -porque de la mera especulación pasan a una acción redentora- el orden político-religioso imperante los persigue, los acorrala y los mata. A diferencia de los apocalípticos inofensivos, los apocalípticos radicales son individuos disfuncionales para la continuidad de un orden institucional injusto. (Sus opositores los tildan de sediciosos y fanáticos).

Visiones proféticas y revelaciones de la acción divina en este tiempo final -que desde el año [15]24 hasta el [15]30 fueron reveladas a [Ursula Jost[100]] una amadora de Dios por el Espíritu Santo- de las que aquí en este librito se recogen 77.
Melchor Hoffman
Año 1530[101]
[...]
El prólogo de la mencionada amadora de Dios a estas visiones y revelaciones, que le fueron mostradas e indicadas por el verdadero Espíritu y designio divino; Espíritu de Dios que ella en su simpleza da en llamar un resplandor o claridad del Señor[102].
Después de que mi esposo y consorte fue soltado de sus ataduras y quedó en libertad[103], juntos él y yo, con intenso empeño pedimos al Padre todopoderoso y misericordioso, que también a mi me permitiera ver las maravillas, obra de Su mano. La gracia y bondad de Dios nos lo concedió, y se me aparecieron todas estas visiones que a continuación se anotan; y todas estas visiones y maravillas yo las vi en el resplandor del Señor, que siempre se desplegaba delante mío; y en él yo recibía la explicación y la comprensión de estas visiones de las maravillas divinas; luego de lo cual siempre se volvía a plegar, yéndose y desapareciendo. Y el decurso de estas visiones de revelación, y escenas comenzó al contarse el año 1524 -después del nacimiento de Jesucristo nuestro Señor.
[...]
La 8a visión
El martes previo a la navidad[104], de ese mencionado año 1524, se desplegó frente a mi el resplandor del Señor y vi una gran cruz, en la que había una imagen de mártir; tal como se lo representa a Cristo colgado de la cruz, así era también la figura de esa imagen, con clavos y con una corona de espinas.
La 9a visión
El viernes[105] a la noche, después del día mencionado, vi desplegarse delante mío al resplandor del Señor; y vi una gran muchedumbre y una gran cantidad de religiosos: obispos y prelados, que todos llevaban cuerdas por sobre los hombros; y de esas mismas cuerdas iba atada mucha gente común, la que los mencionados obispos y prelados tiraban y arrastraban [pasándolos] por encima de palos y arbustos.
Luego vi que en un lugar aparecía un jardín; dentro de él vi una gran cantidad de gente, y como allí uno tras otro era coronado; y luego vi como desde la tierra los mismos ascendían hacia los cielos.
[...]
La 12a visión
El jueves posterior al octavo día después de navidad[106], en el inicio del año 1525, se me apareció el resplandor del Señor, y se desplegó; dentro vi un amplio prado y en él había una gran cruz vacía, en la que no había nada.
La 13a visión
El sábado[107] después de dicho jueves, de nuevo el resplandor del Señor vino a mi y se desplegó, y cerrándome los ojos me dijo: >Verás grandes maravillas a través de tus párpados[108]<. Entonces me preocupé y dudé, y pensé si no se trataría de un engaño; y hablé dentro mío, a saber, así: >Oh Dios todopoderoso, sálvame y no me dejes caer en tentación<; entonces, el resplandor del Señor me respondió, diciendo: >Aquí no hay engaño, ni tentación<; entonces, el resplandor del Señor se adueño de mi corazón, y dentro le habló, a saber, así: >Verás grandes maravillas y la claridad del Señor<.
Y vi en el resplandor del Señor una aparición igual a la madre del Señor Jesucristo, que llevaba un niñito, y junto a ella había muchos elegidos; y al ver esto, el resplandor del Señor violentamente tomó mi corazón y lo sacudió, diciéndome: >Si quieres ver maravillas, mira la claridad de Dios el Señor y del Espíritu Santo, que fue salpicado con el amor paterno, con la sangre de Jesucristo<; y el resplandor del Señor me sacudió el corazón y me dijo: >Ahora ves la claridad del Señor<; y el resplandor del Señor continuó sacudiendo mi corazón, haciéndome reír suavemente.
La 14a visión
Después de esto el resplandor del Señor volvió a acercarse a mi y se desplegó; y dentro de él vi una gran cantidad de gente que carpía con azadas y arados; en muy intensa labor yo los veía carpir y remover la tierra.
Y además vi un gran montón de religiosos: obispos, prelados y escribas; los mismos estaban ensamblados[109], y parados observaban a los mencionados labradores.
[...]
La 18a visión
[A7r] El domingo después de Candelaria[110] en el año 1525, estaba yo sentada entre las luces del atardecer, cuando vino hacia mi el resplandor del Señor y se desplegó; y vi que los muertos se levantaban de las tumbas, y que elevaban sus manos hacia Dios.
La 19a visión
Y el martes después del mencionado domingo[111], en el resplandor del Señor vi como del cielo caían torrentes de agua, igual que aguaceros; y vi que la tierra estaba llena de agua; y en el agua vi gente flotando a la deriva, como si ya estuvieran a punto de hundirse; entonces, de entre las nubes vi [salir] una mano, de la que colgaba una guirnaldita; y a todos los que así flotando iban a la deriva, meciéndose sobre las olas, se les tendía dicha mano y los ponía sobre la guirnaldita y los llevaba hacia arriba al cielo.
La 20a visión
Además vi varones sentados como en una nave, que, sin embargo, no era una nave, sino que tenía una similitud con un paño cuadrado con sus cuatro puntas anudadas juntas; y los varones en el mismo tenían libros, y cada cual su escritura, y los mismos señalaban la escritura en los libros; y los mismos navegaban en un agua rápida y turbulenta. Entonces con esmero pedí al Señor, que me diera a entender qué significaban los varones en la nave; me fue revelado que eran apóstoles, y proclamadores de la justicia divina.
La 21a visión
Después el resplandor del Señor estuvo delante mío y se desplegó; entonces vi dos grandes macizos montañosos, y entre ambos macizos vi una hermosa y luminosa multitud blanca[112].
Luego delante de ese mismo macizo montañoso vi un prado, sobre el que apareció una gran multitud de gente, que era toda negra; y vi que tirando arrastraban a un gran hombre gordo; el mismo yacía en una batea; después vi venir a un joven que estaba bellamente vestido de blanco; el mismo puso mano a la obra y empujaba por atrás al mencionado hombre en la batea; y vi que lo empujaban adentro de un agujero oscuro.
Luego vi que detrás de éste, sobre un gran sillón, tiraban y arrastraban a un obispo, que tenía la cabeza partida; y vi que el mismo también era empujado al agujero oscuro, donde estaba el hombre mencionado.
[...]
La 31a visión
El domingo después de mediados de Cuaresma[113] del mencionado año, vi dentro del resplandor del Señor que del cielo caía mucha agua y fuego.
La 32a visión
El miércoles siguiente el resplandor del Señor me rodeó y se desplegó; y yo vi que de nuevo llovía del cielo agua, fuego, azufre y alquitrán.
Y entonces vi que la gente elevaba sus manos y sus cabezas hacia Dios; entonces el resplandor del Señor se plegó, y así plegado vino sobre mí; entonces, mi corazón sorprendido dijo: >Ay, todopoderoso Dios, ¿qué es esto, y qué podrá significar?; dame comprensión de tus juicios secretos<; entonces el resplandor del Señor se volvió a abrir y me dijo: >Verás el juicio y la ira de Dios, como se encuentran contenidos en la Escritura<.
Después de esta maravilla vi a la gente tirada; estaba quemada por el fuego, el azufre y el alquitrán mencionados; y vi que esa mezcla corría por todas partes, tan lejos como [extensa] era toda la tierra.
[...]
La 39a visión
El miércoles[114] después de Pascua, en el mencionado año, el resplandor del Señor se desplegó grande y maravillosamente delante mío, despertándome del sueño; y lo vi tan maravillosamente grande, que de susto empezó a brotarme sudor; entonces giré mis ojos hacia la luz del día, pensando que así podría evitar la visión; entonces mi rostro fue tomado con fuerza por él y girado hacia el resplandor, y miré dentro, y he aquí: una gran ciudad; y de esa misma ciudad vi salir una gran multitud de gente joven, todos parecían tener menos de siete años; y vi que iban como para cruzar por sobre el Rin; entonces el resplandor del Señor quitó de mi el milagro y en su lugar colocó y me mostró otra maravilla.
Y vi un gran prado, y sobre el mismo una gran multitud de soldados a caballo; y vi que de la mencionada ciudad salía una gran cantidad de gente y que en medio de toda esa muchedumbre llevaban una gran cruz sobre un palo largo y alto; cuando los jinetes la vieron, cayeron al suelo con sus caballos y todo su poder, y como si estuvieran heridos quedaron tirados, revolcándose hasta morir.
La 40a visión
Después de esto el resplandor del Señor de nuevo se desplegó delante mío y se esparció más que por millares [de veces]; así como se despliega el amanecer cuando [la luz d]el sol se esparce en haces; y en cada lugar del resplandor vi aparecer como una luz brillante, igual a como son las estrellas del cielo.
La 41a visión
Y luego seguí viendo dentro del resplandor del Señor, que se lo mostraba al papa con una triple corona; y vi que se le arrojaba una cuerda al cuello y como era tirado hacia la oscuridad.
[...]
La 51a visión
Después sucedió en el domingo de la Cruz[115], que se me apareció el resplandor del Señor y se desplegó delante mío, mostrándose en muchos colores y despertándome; entonces vi una gran oscuridad, que era en demasía espantosa; y en la oscuridad apareció una ciudad que estaba derruida y totalmente derrumbada; y vi que esa ciudad desaparecía totalmente y se volvía nada, como si se la hubiera llevado el viento.
Después de esto una gran piedra cayó desde la oscuridad sobre la tierra, y luego de ella muchas piedras pequeñas.
Y también se mostró en la oscuridad dejándose ver un azote[116] grande y pesado; después de esto la oscuridad se retiró y desapareció.
Y después de esta oscuridad vi surgir un brillo como cuando suele salir el sol, y una luminosidad tan grande bella y clara, que toda la tierra se iluminó y aclaró por ella.
Y luego también se vieron [salir] muchos haces o rayos de la hermosa luminosidad, sobre ellos vi subir y bajar muchos niñitos, que estaban adornados con alas, que tenían muchos colores y ornatos. [...]






 

[1]          George H. Williams La reforma radical [orig. inglés 1962], México 1983, 1026 pp.; Ugo Gastaldi Storia dell'anabattismo dalle origini a Münster: 1525-1535, Torino 1972, 650 pp.; Tomaso La Rocca/ Mario Miegge (eds.) Thomas Müntzer e la rivoluzione dell'uomo comune; Torino 1989; Emidio Campi (ed.) Tomás Müntzer. Scritti politici; Torino 1972, 230 pp.; John H. Yoder (comp.) Textos escogidos de la reforma radical, Buenos Aires 1976, 490 pp.; Walter Klaasen / Arnoldo Snyder (eds.) Selecciones Teológicas Anabautistas [orig.inglés 1981], Scottdale 1985, 302 pp.
[2]          Cf. Viktor Kommerell "Michael Stifel. Mathematiker und Theologe, 1487-1567", en: Württembergische Kommission für Landesgeschichte (eds.) Schwäbische Lebensbilder (vol.3); Stuttgart 1942, pp.509-524, en especial pp.513s.
[3]          Después de un período de reorientación teológica y por intermediación de Lutero, Stifel obtuvo un cargo como pastor en la parroquia de Schweinitz (cerca de Wittenberg). Desde allí continuó sus estudios en 1541, especializándose en matemática. Volvió a realizar cálculos sobre la irrupción del día del juicio, durante la guerra entre la liga de Esmalcalda y las tropas de Carlos V.
[4]          "...antes de que llegara a su término el medio año de prisión de Melchor [Hoffman, en Estrasburgo (1533)], surgió un panadero de Haarlem, llamado Jan Matthijs, quien tenía una esposa anciana a la cual abandonó tomando para sí a la hija de un cervecero, que era una jóven, muy bonita y tenía gran conocimiento del Evangelio. Él la sedujo sacándola del hogar de sus padres con sagradas y hermosas palabras y le dijo cómo Dios le había mostrado a él grandes cosas y que ella debería ser su esposa. La llevó secretamente consigo a Amsterdam y la condujo a un lugar clandestino." [Confesiones de Obbe Philips (± 1560); en J.H.Yoder, op.cit. (en nota 1), p.324].
[5]          Cf. Klaus Deppermann Melchior Hoffman. Soziale Unruhen und apokalyptische Visionen im Zeitalter der Reformation; Göttingen 1979; pp.289s.
[6]          En su anuncio de la inminente gran separación final entre los elegidos y los réprobos Mathijs contó con el decidido apoyo del predicador evangélico Bernard Rothmann, quien ya desde 1529 había estado preparando una reforma evangélica en la ciudad. El movimiento había sido tolerado en sus inicios por el regente espiritual y obispo de aquellos territorios (Franz v. Waldeck), porque contaba con el apoyo de un amplio sector del consejo de la ciudad. Ver Willem de Bakker "Bernhard Rothmann. Die Dialektik der Radikalisierung in Münster"; en: Hans-Jürgen Goertz (ed.) Radikale Reformatoren. 21 biographische Skizzen von Thomas Müntzer bis Paracelsus; München 1978; pp.167-178 [hay trad. al inglés].
[7]          "Después de eso ... el supremo profeta [Matthijs] tomó una lanza ... y salió corriendo de la ciudad; decía que el Padre le había ordenado repeler a los enemigos de la ciudad. Pero no mucho más tarde, cuando se hallaba frente a los enemigos, un soldado lo sigue y lo apuñala." Cf. Adolf Laube / Ullman WeissFlugschriften vom Bauernkrieg zum Täuferreich (1526-1535); Berlin 1992, p.1674; tb. Richard van Dülmen (ed.) Das Täuferreich zu Münster 1534-1535. Dokumente; München 1974; Nr.53, S.108f..
[8]          En tal sentido adhiero al postulado de Ernst Käsemann, en cuanto a que "la apocalíptica fue la madre de la teología cristiana"; cf. su artículo "Die Anfänge christlicher Theologie"[1960], en: idem Exegetische Versuche und Besinnungen (II), Göttingen 1970, p. 99s. El contexto de esta frase -que se ha vuelto famosa- es: "Por lo pronto el estado de cosas debió haber sido el siguiente, aun cuando Jesús haya partido del mensaje de cuño apocalíptico del Bautista, su propia predicación no estuvo marcada de un modo constitutivo por la apocalíptica, sino anunciaba la inmediatez del Dios que se había acercado. (...) fueron la pascua y la acogida del Espíritu las que movieron al cristianismo primitivo a responder nuevamente de una manera apocalíptica a la predicación de Jesús sobre el Dios cercano y en cierto sentido a sustituirla. (...) La apocalíptica fue -(...)- la madre de toda teología cristiana."
[9]          La primera edición de unos 3.000 ejemplares se agotó rápidamente, de modo que de inmediato se procedió a la impresión de una segunda, que salió a la venta en diciembre de ese mismo año.
[10]         Cf. las reproducciones de los xylograbados y comentarios explicativos a los mismos en: Jutta Strehle / Armin Kunz Druckgraphiken Lucas Cranachs d.Ä. Im Dienst von Macht und Glauben, Wittenberg 1998; pp.184-203.
[11]         Cf. tb. el Pasional de Cristo y Anticristo (Wittenberg, 1521); en: A. Zorzin Curso de ubicación histórica. Cuestiones de método y análisis de memorias significativas en el peregrinaje de la iglesia cristiana, Buenos Aires 1998, pp.217-224.
[12]         Cf. L. Ronchi De Michelis (ed.) Martin Lutero: Replica ad Ambrogio Catarino sull' Anticristo (1521) - Antitesi illustrata della vita die Cristo e dell'Anticristo (1521) [= Lutero. Opere scelte: 3], Torino 1989; pp. 7-41.
[13]         Cf. Martin Brecht Martin Luther (Bd.2), Stuttgart 1986, pp.25-27.
[14]         Mi traducción sigue el texto en la edición (popular) de H.H.Borcherdt / G.Merz (eds.) Martin Luther. Ausgewählte Werke (Ergänzungsreihe 4.Bd.), München 1940, pp.103-130; p.105. Ver tb. O.Modalsli "Luther über die Letzten Dinge", en: H.Junghans (ed.) Leben und Werk Martin Luthers von 1526 bis 1546, Göttingen 1983; pp.331-345.
[15]         En Wittenberg se diseñó una xylograbado de este monstruo (supuestamente aparecido en 1496) siguiendo un diseño de fines del s. XV -al que aquí hace referencia Lutero. La ilustración sirvió como portada de un panfleto conjunto que Lutero y Melanchthon publicaron en 1523, titulado: >Interpretación de dos horribles figuras: el papasno -encontrado en Roma- y el monje-ternero -en Freiberg, Meissen<. La imagen del papasno, por ejemplo, en: T.Egido (ed.) Lutero. Obras; Salamanca 1977, lámina [14] al final del libro; ver tb. Robert W. Scribner For the Sake of simple Folk. Popular Propaganda for the German Reformation,Oxford 19942; pp.130ss..
[16]         Los Pronósticos de Lichtenberger -con un prólogo de Lutero -fueron reeditados en una versión alemana por la prensa de Hans Luft (en Wittenberg, 1527). La intención era advertirle al clero (opositor), que no se sintiera tan seguro de haber pasado por lo peor (luego de superar las revueltas campesinas de 1524/25 y los duros embates de Lutero). Por el contrario, -sg. Lutero- muchos de los vaticinios de Lichtenberger todavía podían llegar a cumplirse [cf. WA 23(1) pp.7-12]. 1527 es un año significativo en tal sentido, porque también Andreas Osiander (seguidor de Lutero en Nuremberg) reeditó un antiguo libro con vaticinios (ilustrados) sobre el papado romano (atribuidos a Joaquín di Fiore) [cf. Heimo Reinitzer Biblia deutsch. Luther Bibelübersetzung und ihre Tradition, Braunschweig 1983; Nrs.9 y 10, pp. 20-22]
[17]         Cf. Heike Talkenberger Sintflut. Prophetie und Zeitgeschehen in Texten und Holzschnitten astrologischer Flugschriften: 1488-1528, Tübingen 1990; ver tb. Scribner, op.cit. (en nota 15), p.123. La conjunción de Saturno y Júpiter es un fenómeno excepcional, pues se produce cada 960 años.
[18]         El título del panfleto era: >Una nueva interpretación -a cargo del honorable sacerdote, el señor Josph Grünpeck- de las extrañas señales y maravillosos tormentos que hace un tiempo, y como presagios del Dios omnipotente, dieron advertencia en el imperio a estar preparados contra los enemigos de Cristo y del sacro imperio, tal como aparecieron ante todos los príncipes electores y regentes reunidos en la Dieta imperial de Constanza [= abril 1507]<; cf. H.-J. KöhlerBibliographie der Flugschriften des 16 Jahrhunderts (Bd.1); Tübingen 1991; Nr.1409 [= edición de 1507] y Nr.1410 [= reedición de 1520?]. La ilustración 4, ha sido tomada de G. Piltz (ed.) Ein Sack voll Ablaß. Bildsatiren der Reformationszeit; Berlin 1983; p.17.
[19]         El panfleto lleva por título: >Espejo de las visiones celestiales naturales y proféticas de todas las tribulaciones, angustia y miseria que vendrá sobre todos los estamentos, linajes y comunidades en la cristiandad, especialmente sobre las que están bajo el natural influjo celeste de Cáncer y Escorpio y en el séptimo clima o círculo, al que entrarán en pocos días más. Descritas por el honorable señor Joseph Grünpeck en Nuremberg<; cf. Köhler, op.cit., Nr.1428 [= ed. en latín de 1508] y Nr. 1414 [reed. alemana de 1522]. La ilustración *5, sg. Piltz, op.cit., p.18; ver tb. Scribner, op.cit. (en nota 15), pp.108-110.
[20]         Cf. Piltz, op.cit., p.19 y Scribner, op.cit., p.168s.
[21]         El título completo es: >Pronóstico y explicación de la gran inundación y otros terribles acontecimientos que ocurrirán en el año mil quinientos 24 después del nacimiento de nuestro amado Señor<; cf. Köhler, op.cit. vol.1, Nr.512 (la ilustración en p.209).
[22]         Al lado del caballero en armadura aparece el signo de Marte (la violencia guerrera); sobre el manto del papa se ve lo que podría ser el signo de Júpiter (símbolo de la sabiduría y el poder) y posiblemente el signo al lado del emperador pueda interpretarse como el del sol. Así, de una forma velada se está dando a enteder que el conflicto social que refleja el cuadro ocurre bajo el influjo directo de los astros. Sobre una ilustración muy similar -obra del artista Erhard Schön (Nuremberg)-, ver Scribner, op.cit., p.126.
[23]         Sebastian Ranssmar: >Presentación e interpretación de la gran constelación y otros aspectos que acaecerán en febrero de 1524< [1523]; cf. Köhler, op.cit. vol.3, Nr.3824 (ilustración en p.292).
[24]         [Leonhard R(e)ynmann]: >Calendario sobre las grandiosas y variadas conjunciones de planetas, que aparecerán en el año 1524, y que sin lugar a dudas habrán de parir muchas cosas sorprendentes< [1523]; ver Scribner, op.cit., pp.124s; la ilustración 9 ha sido tomada de Piltz, op.cit., p.62.
[25]         Volker Press: "Astrologische Prophezeiungen artikulieren eine allgemeine Furcht vor einem großen sozialen Umsturz", en: G. Bott (ed.) Martin Luther und die Reformation in Deutschland (Katalog der Ausstellung im Germanischen Nationalmuseum), Frankfurt 1983; Nr.325, p.257.
[26]         Los distintos planetas quedan identificados por sus signos astrológicos: abajo de la luna Saturno y debajo de éste Júpiter; luego el semicírculo de Venus, Marte y Mercurio.
[27]         Sugerida por el pez enorme, sobre cuya parte anterior se destacan la luna, el sol y los demás planetas.
[28]         La asociación del signo Piscis con aguas celestes era algo común. En el grabado la devastación hídrica quedan sugerida por el aguacero que desde el vientre del pez cae -entre los dos grupos enfrentados- sobre una aldea, que inunda y destruye.
[29]         Saturno era el planeta que regía sobre las profesiones de menores ingresos (bajo artesanado y jornaleros rurales) y los sectores marginales de la sociedad (enfermos, tullidos, delincuentes y criminales). Se lo solía identificar -como aquí- con la figura de un anciano (cojo) que portaba una hoz o guadaña. El artista Georg Pencz presenta a los "hijos de Saturno" en el xylograbado de su serie >Los siete planetas y su influjo sobre los seres humanos< (1531); el texto alusivo sobre el grabado de Pencz dice: "Saturno anciano, frío e impuro; mis hijos son malignos..." [cf. M. Heffels Meister um Dürer. Nürnberger Holzschnitte aus der Zeit um 1500-1540, Ramerding 1981; p.166] Además, a Saturno lo acompaña Marte (el dios/planeta de la guerra); en la portada del panfleto esto queda sugerido por los campesinos armados con sus instrumentos de labranza que respaldan al anciano; éste los dirije con un estandarte y una guadaña -mientras en el fondo sobre la colina un tamborillero y un flautista entonan melodías de batalla.
[30]         Los "hijos de Júpiter" quedan identificados con los poderosos de la tierra, con los líderes del poder secular (el emperador) y del poder clerical (el papa asistido por un cardenal y dos obispos). En oposición al tipo de personas asociados con el planeta anterior, el texto sobre el correspondiente grabado de Pencz dice: "Júpiter virtuoso y bueno; mis hijos son sabios, ordenados y bien intencionados"; la imagen elegida por Pencz muestra la coronación del emperador por el papa [cf. Heffels, op.cit., p.167].
[31]         Citado sg. Günter Vogler Die Gewalt soll gegeben werden dem gemeinen Volk. Der deutsche Bauernkrieg 1525, Berlin 19833; pp.5s.
[32]         Cf. C.Witthaus / E. Sexauer (eds.) Obras de Martín Lutero (to.2); Buenos Aires 1974 (pp.205-233); p.206s.]; ver tb. Rudolf Mau "Luthers Stellung zu den Türken", en: Junghans, op.cit. (en nota 14) pp. 647-662 (en especial: "Los turcos como el enemigo escatológico (1529)", pp.652ss.). En 1529/30 Hans Guldenmundt y Hans Sachs editaron una secuencia de volantes ilustrados, en los que mostraban la crueldad y el salvajismo de los combatientes turcos durante el sitio a Viena [los xylograbados en Heffels, op.cit. (en nota *29); p.92 y 93]. En la reedición corregida del Nuevo Testamento (1530), Lutero le da un nuevo contenido a su introducción al Apocalipsis y la aumenta notablemente (de modo que casi equivale a un comentario). Además, la secuencia original de 21 ilustraciones (de Cranach/ 1522) se amplia, sustituyendo la ilustración del capítulo 8, por 5 nuevas imagenes para ese capítulo y agregando una imagen nueva antes de la visión de la Jerusalén celestial [cf. Reinitzer, op.cit. (en nota 16) Nr.85 y la ilustración 25 (en p.153), que muestra el fracaso del sitio turco a Viena en 1529, una derrota que Lutero atribuye al poder divino].
[33]         Este enfoque ha sido trabajado por Ulrich Bubenheimer en un excelente trabajo (no publicado): "Symbolik der Revolution. Thomas Müntzer und der Bauernkrieg im Spiegel der Kunst des 16. Jahrhunderts" [1989], -cuyas líneas centrales sigo. Ver tb. Reinhard Schwarz Die apokalyptische Theologie Thomas Müntzers und der Taboriten, Tübingen 1977, y Gottfried Seebaß "Reich Gottes und Apokalyptik bei Thomas Müntzer", en: idem Die Reformation und ihre Außenseiter. Gesammelte Aufsätze und Vorträge, Göttingen 1997, pp.164-185.
[34]         Cf. Sigfried Hoyer "Thomas Müntzer und Böhmen", en: S. Bräuer / H. Junghans (eds.) Der Theologe Thomas Müntzer. Untersuchungen zu seiner Entwicklung und Lehre, Berlin 1989; pp.359-370.
[35]         Trad. sg. Günther Franz (ed.) Thomas Müntzer Schriften und Briefe. Kritische Gesamtausgabe, Gütersloh 1968; [en adelante: Franz/MSB] p. 504:24-29.
[36]         Franz/MSB, p.494:20ss.
[37]         Franz/MSB, p.504:34- 505:4.
[38]         En 1521 los turcos habían conquistado Belgrado y Müntzer calculaba que en su avance podrían estar alcanzando Bohemia en 1522; en una carta de Müntzer a Melanchthon (a fines de marzo de 1522) afirma: "La copa del tercer ángel [cf. Ap 16:4-7] -lo temo y lo sé- ya ha sido derramada sobre las fuentes de las aguas..." [Franz/MSB 381:4s.] Por lo tanto en su lectura de los hechos, la tercera de las siete plagas finales ya había ocurrido y es probable que Müntzer identificara a los turcos con "los reyes del oriente" [cf. Ap 16:12ss.] a quienes hace referencia la sexta plaga. Ver U. Bubenheimer "Thomas Müntzer: Prediger - Prophet - Heerführer", en: Günter Scholz (ed.) Thomas Müntzer (vor 1591 - 1525). Prediger - Prophet - Bauerkriegsführer, Böblingen 1990, pp.19-49; p.31s..
[39]         En esa misma época Müntzer estudió la edición [de 1521] de las obras de Tertuliano y en una de sus anotaciones marginales al texto expresa su disenso con "el monje" [= Lutero (?)] en cuanto a la identificación del anticristo. Ver Schwarz, op.cit. (en nota 33), p.2, nota 4; tb. W. Ullmann "Thomas Müntzers Kirchenväterstudien", en: Bräuer/Junghans, op.cit. (en nota 34), pp.329-358.
[40]         Schwarz, op.cit., pp. 62-86, cuyo fundamental estudio sobre el tema sigo.
[41]         mürbe, lit. sería: ablandados, abatanados, desmenuzados; el adjetivo hace referencia al proceso de abnegación, desesperación y quebrantamiento internos que deben seguir los verdaderos cristianos para alcanzar una fe auténtica. Mientras el proceso de >maduración< pudre a las manzanas (=los réprobos), el proceso de tribulación bajo la cruz hace dóciles y sumisos a los elegidos, para asumir la vocación del Dios viviente -que se les revela y les habla en el corazón [cf. más abajo: nota 50].
[42]         Franz/MSB 504:17-22.
[43]         En uno de los 21 grabados de Cranach para la edición del Apocalipsis (en el NT de setiembre de 1522 [cf. ilustr. 11]) podemos observar la visualización contemporánea de ese pasaje.
[44]         "Conductus ego caelitus denario diurno falcem in messem exacuo metendam." [Franz/MSB 510:9s.]
[45]         Franz/MSB 234:3; 310a:32s.; 307:19b.
[46]         Franz/MSB p.233:27-234:4.
[47]         Cf. por ejemplo Franz/MSB p.317a:30-35 (la fe es probada como el oro en el crisol), o Franz/MSB p.327:19-21 (Lutero: el cuervo ladino, y Müntzer: la "mansa paloma que bate sus plumas recubiertas de plata, acrisolada siete veces ...").
[48]         Franz/MSB 307a:13-19.
[49]         Franz/MSB 310a-311a.
[50]         Cf. el pasaje clave en Franz/MSB p.289a:19 - 290a:25: donde Müntzer los acusa de imaginarse el momento del juicio final tal como se lo solía pintar en los antiguos retablos: ángeles provistos de largas picas que se encargan de separar a los malvados de los buenos. Este clero cómplice no acepta que Dios sea capaz de revelarle sus juicios (mediante visiones) a los seres humanos, y tampoco que Dios habrá de reclutar otro tipo de ángeles: elegidos de fe auténtica y acrisolada bajo la cruz [cf. Malaquías 3:1-5], que serán los encargados de separar a los justos de los malvados. Müntzer les echa en cara su pretendida neutralidad y los acusa de "archi-simuladores" por murmurar, que nadie puede saber quién es un elegido o un condenado; con su fe fingida ese clero no hace más que consolidar una realidad política tan sutil e inoperante como la de Platón en su República.
[51]         Cf. Bubenheimer, op.cit. (en nota 33).
[52]         Cf. Yoder, op.cit. (en nota 1), p.113-115.
[53]         Franz/MSB p.258:12; la traducción de Yoder (p.112) no es clara.
[54]         Franz/MSB 259:1-6.
[55]         Franz/MSB 261:16-19.
[56]         Cf. Yoder, op.cit., pp.122-124.
[57]         Franz/MSB p.396:27 - 397:4.
[58]         En Yoder se traduce Weingarten (= viñedo) de un modo indefinido como huerto.
[59]         Franz/MSB 261:27 - 262:4.
[60]         Franz/MSB 322:6s.
[61]         Cf. su Protesta y desafío: "¡Ay, queridos señores, terminen ya; tiren al diablo el pote de maquillaje y no se sigan coloreando como Jezabel, que ahorcaba a Nabot! Los perros todavía no terminaron de devorársela del todo: vive; y -ay- difícil vida lleva, atormentando a los siervos de Dios." Franz/MSB, 233:5-9.
[62]         Elías, quien vendrá primero y restaurará todas las cosas.
[63]         A Zacarías el ángel le anuncia, que su hijo irá delante del Mesías con el espíritu y el poder de Elías.
[64]         Cf. Schwarz, op.cit. (en nota 33), p.47, nota 7 -identificación que Joaquín di Fiore expresamente no aceptó.
[65]         En su obra anterior (Expreso desenmascaramiento de la falsa fe) Müntzer denuncia la complicidad de los "escribas" con el orden social imperante, pues insisten con su teología de la sola scriptura y en la sumisión obediente a las autoridades feudales. Los escribas, dice: "Asoman su fina lengüita y con ternura dicen: >Escudriñad las escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la salvación [= Jn 5:39]<. Es allí que las pobres personas indigentes sufren un engaño tan terrible, que no hay boca capaz de expresarlo. Ellos mismos, a través de todas sus palabras y acciones, hacen que la gente pobre no esté en condiciones de siquiera aprender a leer por la preocupación que les genera obtener alimento; y desvergonzadamente ellos predican, que el hombre pobre tiene que dejarse deshollar y despellejar por los tiranos. Entonces, ¿cuándo va a aprender a leer las Escrituras?" [Franz/MSB, 275:18-34]
[66]         Franz/MSB 329:12-29.
[67]         Franz/MSB, 450:15-22.
[68]         Franz/MSB, 463:16-22
[69]         Hay un pasaje en la carta que Müntzer escribe el 9 de mayo de 1525 a Eisenach, que ilustra el planteo anterior. Las autoridades de aquella ciudad habían apresado a Juan Sippel (líder de la mesnada de campesinos del Werra) y le habían quitado su caja de recursos (Geldkasten) al grupo de insurrectos. Furioso por la complicidad de los pobladores de Eisenach con la política represiva de los señores feudales, Müntzer -que firma la carta como: "Thomas Müntzer con la espada de Gedeon"- advierte: "Les aconsejamos que no desprecien a los pequeños (como acostumbran a hacer), porque el Señor defiende a los débiles para derribar de sus asientos a los poderosos, y al pueblo ignorante para destruir a los escribas desleales y traicioneros. Cuando por la fuerza rescatemos a nuestro hermano, el capitán, y sus bienes, entonces ya verán si el Señor vive todavía..." [Franz/MSB 464:4-7].
[70]         También Durero tuvo visiones apocalípticas [cf. más abajo, nota 90]. Entre el 7 y 8 de junio de 1525 anotó e ilustró una pesadilla, que lo había perturbado sobremanera: "En el año 1525, en la noche del miércoles al jueves después de Pentecostés -mientras dormía- vi esta visión: caían muchos y grandes aguaceros desde el cielo. Y el primero impactó en la tierra a más o menos 4 millas delante mío con gran crueldad; con un impresionante crepitar y salpicando inundó todo el territorio. Tanto me asusté por ello que desperté antes de que los demás aguaceros tocaran el suelo. Y los aguaceros que venían cayendo eran muy grandes. Algunos de ellos caían más lejos, otros más cerca. Y venían desde tan alto, que en apariencia todos caían lento. Pero cuando el primer aguacero, el que impactó sobre la tierra, se fue acercando empezó a caer con tal velocidad, tanto viento y crepitar, que me asusté tanto, que estando despierto tiritaba en todo el cuerpo y durante largo rato no logré volver en mí. Cuando me levanté a la mañana, lo pinté como está aquí arriba, tal como lo ví. ¡Dios, haz que todas las cosas se desarrollen lo mejor posible!; cit. sg. Dieter Fauth "Apokalyptik in der frühen Reformation", Entwurf (Stuttgart) Nr.2 (1997) 49-53; p.51.
[71]         Las láminas (de 39,2 x 28,3 cms) con el texto en latín (impreso en el reverso) fueron vueltas a editar en 1511. La primera ilustración de la serie representa el martirio de Juan, las otras 14 combinan diferentes pasajes del apocalipsis; cf. M.Heffels / A.Deguer Albrecht Dürer. Sämtliche Holzschnitte; Ramerding 1981; pp.22-37 (p.34).
[72]         Op.cit. (en nota 33).
[73]         El año en el que cobra mayor fuerza el reino anabaptista en la ciudad de Münster.
[74]         Ver Rudolf Endres "Thüringen", en: H.Buszello/ P.Blickle/ R.Endres (eds.) Der deutsche Bauernkrieg, Paderborn 1984; pp.154-176.
[75]         Hans Hut [quien refiere todo esto] afirma, que también él había visto el arco iris. Este pasaje forma parte de una serie de confesiones que le fueron arrancadas a Hut en una seguidilla de interrogatorios a los que lo sometieron las autoridades de la ciudad imperial libre de Augsburgo, luego de su detención el 15 de setiembre de 1527. Los protocolos de los interrogatorios a Hut -y a otros seguidores suyos- constituyen la fuente más importante para conocer las >enseñanzas secretas< de estos anabaptistas radicales; fueron publicados por Christian Meyer "Die Anfänge des Wiedertäuferthums in Augsburg", en:Zeitschrift des Historischen Vereins für Schwaben und Neuburg Jg.1 (1874) 207-253; el pasaje citado: p.241.
[76]         Cit. sg. Gerhard Zschäbitz: Zur mitteldeutschen Widertäuferbewegung nach dem großen Bauernkrieg, Berlin 1985; p.25, nota 8.
[77]         Karl Schornbaum (ed.): Quellen zur Geschichte der Täufer. Bd.5 (Bayern, II. Abt.) [= Quellen und Forschungen zur Reformationsgeschichte: Bd. XXIII], Gütersloh 1951, p.8. En su primer interrogatorio (16 de setiembre de 1527) Hut responde a la pregunta 71 del cuestionario, diciendo: "Que considera, que habrá un pastor y un solo redil en el tiempo cuando Cristo lleve a cabo el juicio" (Meyer, op.cit., p. 228).
[78]         ibid., p.8s..
[79]         En uno de sus interrogatorios Hut reconoce que conoció al cura de Eltersdorf, que aquel "varias veces había estado con él en Nuremberg, donde él trabajaba, y que juntos hablaron del Evangelio, pero en cuanto a sus expresiones, de que las autoridades no son cristianas, nada oyó, ni tampoco dijo él mismo." (Meyer, op.cit., p.243). El rigor de esta ola represiva en 1527 queda confirmado por las ejecuciones de los anabaptistas Felix Mantz (en Zurich, el 7 de enero de 1527) y Michael Sattler (en Rottenburg sobre el Neckar, el 21 de mayo de 1527). Un caso trágico es el del librero e impresor nurembergués Hans Hergot, que fue capturado en Sajonia y decapitado por las autoridades en Leipzig el 20 de mayo de 1527. Su delito había sido difundir un panfleto (cuya autoría se le atribuyó) donde con claras simpatías por los campesinos se proponía un nuevo modelo de sociedad agraria más equitativo. Ya no habría extremos de riqueza opulenta contrastando con la más absoluta miseria; se proponía un nuevo sistema de producción rural autosuficiente, en el que "... todas las cosas serán entregadas para su uso común, de modo que todos comerán de una olla y beberán de un tonel... y así ninguno la pasará mejor que otro". Max Steinmetz / Helmut Claus (eds.):Hans Hergot und die Flugschrift Von der newen Wandlung eynes christilichen Lebens; Leipzig 1977.; la cita A3v.
[80]         En uno de sus interrogatorios Hut finalmente reconoce que: "Müntzer, cuando lo expulsaron [de Mühlhausen], pasó una noche y un día con él en su casa en Bibra, pero no tuvo otra cosa que tratar con él, más que entregarle un librito, sobre el primer capítulo de Lucas, para que lo hiciera imprimir, dado que él comerciaba con libros; pero que él no había pertenecido a su secta; que lo escuchó predicar varias veces, pero sin lograr captarlo." (Meyer, op.cit., p. 243).
[81]         Sobre Hut sigo los trabajos publicados de Gottfried Seebaß: (a) "Bauernkrieg und Täufertum in Franken" [1974], (b) "Das Zeichen der Erwählten. Zum Verständnis der Taufe bei Hans Hut" [1975] y (c) "Der Prozeß gegen den Täuferführer Hans Hut in Augsburg 1527" [1992], en: idem, op.cit. (en nota 33), pp. 186-202; 202-226; 227-243; no tuve acceso a su tesis (Erlangen 1972) en la que fundamenta las propuestas de sus artículos basándose en el análisis de fuentes originales manuscritas -en parte no publicadas aun.
[82]         Confesión de Hut (bajo tortura) durante la segunda mitad de noviembre 1527; cf. Meyer, op.cit. (en nota 75) pp. [241 y 249] 250-251. El predicador en Bibra, que le cedió el púlpito, había sido Jörg Haugk de Jüchsen, a quien los campesinos habían elegido para ese cargo. Era un firme simpatizante de la teología del proceso de purificación interior (predicada por Müntzer); cf. su panfleto >Orden cristiano de un cristiano verdadero, para justificar el origen de su fe< [1526] en Laube / Weiss, op.cit. (en nota 7), pp.667-682.
[83]         "Su opinión había sido, que Dios el Señor había dado cuatro medios años para hacer penitencia, como se indica en Apocalipsis 13 [vs.5.7 y 9]: quien se convierta a la penitencia será perseguido y tendrá que sufrir; como dice [2ª] Timoteo 3 [vs.12]: quien quiera vivir piadosamente deberá soportar persecuciones, y Daniel 12: todos [los santos] serán dispersados; donde también se mencionan los cuatro medios años y la hambruna, mortandad y guerras [Ap 6:8], después de las cuales el Señor recién reunirá a los suyos en todas las naciones y en cada nación ellos castigarán a las autoridades y a todos los pecadores. Esto lo había dicho en base al texto, que dice que el Señor enviará a sus ángeles a los cuatro vientos y reunirá a sus elegidos, después de lo cual será un nuevo cielo y tierra y un lugar donde habitarán todos los buenos y elegidos, aquí en la tierra; a esto él lo llamó el mundo venidero, como dice en Ezequiel 37, también en el Salmo 37 [vs.9.22]: cuando el impío sea erradicado, entonces el justo vivirá en la tierra en paz. Además: los que ahora en este tiempo postrero hacen penitencia y perseveran hasta el fin y no mueren, sino quedan, éstos después del día [final] y del juicio del Señor poseerán la tierra y la gobernarán, y no morirán, como se le dice a los Corintios, en la primera epístola en el capítulo 15." Respuesta de Hut en el interrogatorio del 26 de noviembre [Meyer, op.cit. (en nota 75), p.239].
[84]         "Siendo que a Dios le place que yo parta de aquí, en verdadero reconocimiento del nombre divino y restitución de algunos abusos en los que participó el pueblo, que no me entendió bien, sino que sólo se fijó en el beneficio propio, que termina por suprimir la verdad divina... [...] Queridos hermanos, es altamente necesario que no sufran una derrota como los de Frankenhausen, pues aquello sin duda sobrevino, porque cada cual buscó más su beneficio propio que la justificación de la cristiandad." [Franz/MSB, p.473:7-10 y 18-21].
[85]         Cf. Meyer, op.cit. (en nota 75), p. 250.
[86]         En su primer interrogatorio (16 de setiembre de 1527) Hut confiesa: "Hace algunos años, cuando solía ir y venir a Wittenberg, en Weissenfels tuvo un debate sobre el rebautismo con un molinero, un sastre y un tejedor; a partir de entonces comenzó a reflexionar sobre el rebautismo y a leer al respecto, y en base a ello, en el último pentecostés, hace un año, se dejó [re]bautizar aquí [=Augsburg], por alguien llamado Denk, que paraba en una casita, cerca del portón de la santa cruz." [Meyer, op.cit., p.223 y 224]
[87]         Meyer, op.cit., p.231.
[88]         En una misiva que Hut escribió alrededor del 24 de Agosto de 1527, le comunica a sus seguidores su disposición de mantener reserva en cuanto al enfoque apocalíptico radical de su mensaje: "... expresé mi disposición para con todos los hermanos, en especial con la comunidad en Augsburgo, y para que haya unidad en recto y verdadero amor, de no decirle a nadie, más que a aquel que de corazón lo desea, los juicios y los secretos, a saber: del día del juicio, del fin del mundo, de la resurrección, del reino de Dios, del juicio eterno." La edición impresa de esta misiva publicada por el reformador Urbanus Rhegius, en: Laube / Weiss, op.cit. (en nota 7) p.857s..
[89]         "Él no se considera un profeta del tipo que refiere Amos [cf. Am 7:14s.], sino tal como ya lo expresó hace poco: uno que proclama el Evangelio" [Meyer, op.cit., p.237]. "Que él con gusto hablaba del juicio del Señor, que es de lo que tratan y refieren los artículos que compiló en su librito; pues él podía y sabía hacerlo, porque Dios el Señor se lo había mostrado mediante Su Espíritu; y que él sabía cómo seguiría todo hasta el día del Señor. Que nunca oyó de ninguno capaz de hablar al respecto como él; que él tenía que hablar de eso, que no podía callar, porque está escrito en Amos 3 [vs.7-15], que vendrá uno a hablar sobre el fin que no erraría -lo que a los obnubilados no les causaría ninguna gracia; y qué él hablaba al respecto." [ibid., p.240]
[90]         "... las visiones y los sueños ni se debían aceptar todos, ni rechazar todos, porque Dios todopoderoso había revelado muchas cosas a sus elegidos mediante visiones y sueños; además Dios en Joel 2 había prometido que en los últimos días iba a derramar su Espíritu sobre toda carne, para que vuestros jóvenes vean visiones y vuestros ancianos tengan sueños y vaticinen. [...] Algunos sueños vienen de Dios, esos a las personas les son revelados desde arriba por la fuerza del Espíritu Santo, mediante ciertas señales y expresiones. Así fue como Dios habló a sus profetas..." [Meyer, op.cit., p.232].
[91]         La mayoría de estas enseñanzas y las citas bíblicas correspondientes, Hut las tenía anotadas y resumidas en pequeños cuadernillos manuscritos (el >librito de la Misión<; el >librito del secreto del bautismo<), que sus discípulos a su vez copiaban y usaban para recordar los puntos centrales del mensaje que debían difundir. En parte estos materiales le fueron confiscados a Hut cuando se lo detuvo [cf. Meyer, op.cit., p.243s.], en parte -a través de su hijo de diez años- Hut logró hacerlos llegar a manos de su seguidor Eithelhans Langenmantel. A su vez a éste le fueron confiscados originales y copias cuando se lo detuvo e interrogó (fue ejecutado el 11 de mayo de 1528); cf. Friedrich Roth: "Zur Geschichte der Wiedertäufer in Oberschwaben. II. Zur Lebensgeschichte Eitelhans Langenmantels von Augsburg", Zeitschrift des Historischen Vereins für Schwaben und Neuburg. 27 (1900) 1-45 (en especial las pp.38-40).
[92]         Meyer, op.cit., p.252.
[93]         Cf. Karl Schornbaum (ed.) Quellen zur Geschichte der Wiedertäufer, Bd.2.: Margraftum Brandenburg (Bayern, I. Abt.) [= Quellen u. Forschungen zur Reformationsgeschichte. Bd. XVI], Leipzig 1934; p.54.
[94]         ibid., p.55.
[95]         ibid.
[96]         ibid.
[97]         Cit. sg. Zschäbitz, op.cit. (en nota 76) p.60.
[98]         Un poco antes en el texto se refiere a ellos como "escribas ansiosos de usura y de concupiscencias, hipócritas y trepadores, que predican por dinero..."
[99]         Lydia Müller (ed.) Glaubenszeugnisse oberdeutscher Taufgesinnter [= Quellen u. orschungen zur Reformationsgeschichte. Bd. XX], Leipzig 1938; p.14
[100]       En torno a Ursula Jost (y su esposo Lienhard) se nucleaba un pequeño círculo de entusiastas evangélicos, denominados >profetas de Estrasburgo<. A ese grupo se unió el matrimonio de tejedores anabaptistas Hans y Barbara Rebstock (expulsados de la ciudad de Esslingen, en febrero de 1529). Desde su primera estadía en Estrasburgo (entre junio de 1529 y abril de 1530) el predicador itinerante anabautista Melchor Hoffman se plegó a ese círculo de laicos inspirados, porque "... prefería estar sentado en medio del escarnio y la miseria junto a los profetas y las profetisas de Dios, que poseer una bolsa rebosante de beneficios junto a los ciegos guías de ciegos luteranos y zuinglianos". En las visiones y profecías que tenían las mujeres, los jóvenes y ancianos de este círculo, Hoffman vio la confirmación de que había comenzado el tiempo del fin (anunciado por Joel 2). En el año en que Hoffman editó las visiones de Ursula (1530), también hizo publicar en la misma imprenta de Beck las de su esposo Lienhard (de las que no se ha podido detectar aun ningún ejemplar). Después de la muerte de Ursula (en 1531), Barbara Rebstock se convirtió en la >profetisa< principal del círculo. Cf. Deppermann (ver arriba nota 5), pp.178-186. Tb. Lois Yvonne Barrett Wreath of Glory: Ursula's Prophetic Visions in the Context of Reformation and Revolt in Southwestern Germany, 1524-1530; PhD Diss. Graduate School/ Union Institute Cincinati, Ohio 1992, 300 pp..
[101]       La traducción sigue la versión de la edición original del panfleto, impresa en Estrasburgo por Balthasar Beck en 1530 [cf. Köhler/Bibliographie (2), Nr.1605 (= Microficha 1337/Nr.3509)]. Una selección de pasajes del texto fue editadas por Heinold Fast (ed.) Der linke Flügel der Reformation (Bremen, 1962); pp.298-308. Una traducción completa del texto en A. Zorzin Voceras de la Reforma protestante del siglo XVI. Introducciones y notas a textos de: Argula von Grumbach, Ursula Weyd, Katharina Schütz de Zell, Florentina von Oberweimar, Ursula von Münsterberg y Ursula Jost (publicados entre 1523 y 1530), Buenos Aires 1999 (en prensa).
[102]       ... ein schein od(er) klarheit des herren thut nennen.
[103]       Lienhard Jost (oriundo de Illkirch), quien posiblemente de profesión haya sido carnicero, durante 1524 había estado internado algún tiempo en el asilo para enajenados (Narrenhäuslein) de Estrasburgo, pues las autoridades consideraban sus visiones proféticas meros desvaríos.
[104]       Martes 20 de diciembre de 1524
[105]       Viernes 23 de diciembre
[106]       Jueves 5 de enero de 1525
[107]       Sábado 7 de enero de 1525
[108]       ... durch deine augenglider
[109]       zusamen gekuplet
[110]       Domingo 5 de febrero
[111]       Martes 7 de febrero
[112]       ... ein schones und klares weissz volck.
[113]       Mittfasten (= Laetare), domingo 26 de marzo de 1525
[114]       Miércoles 19 de abril
[115]       Domingo 21 de mayo (5° después de pascua).
[116] .../ein grosse und schwere ruth/...